sábado, 24 de enero de 2015

Beata Marie Poussepin - San Sabiniano de Troyes - San Feliciano de Foligno - San Babila de Antioquía 24012015

Beata Marie Poussepin




La vida de la Bienaventurada Marie Poussepin, fundadora, en el siglo XVII, de la Congregación de Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación de la Santísima Virgen, puede llamarse "una cronología de la caridad del prójimo por Dios".
"La caridad fue durante toda su vida, el secreto de su acción, la razón de ser de su Instituto, el móvil profundo de todos sus sacrificios y la causa de sus penas. Ella lo dio todo en beneficio del prójimo, sus bienes exteriores, las fuerzas de su cuerpo y de su alma"...
Obrera de la Providencia, se llamó a sí misma...
Como Apóstol Social de la Caridad, la propone uno de los Consultores históricos...
Camino de misericordia, la llamamos sus hijas, teniendo siempre en mira que el modo y el ámbito en que se manifiesta el amor es llamado 'misericordia'; en el lenguaje bíblico.
Esta mujer, prudente y sabia, nacida en Dourdan el 14 de octubre de 1653, recibió en el hogar y en la Parroquia, una sólida formación humana y cristiana. Su padre, Claudio Poussepin, era un hombre de altas cualidades morales, muy abnegado y vinculado a su parroquia; su madre, Juliana Fourrier, tesorera de la Cofradía de Caridad, durante doce años, hasta su muerte.
Comprometida en la vida parroquial, Marie Poussepin, a ejemplo de sus padres, prestó, desde su adolescencia, su colaboración para la asistencia corporal y espiritual de los enfermos pobres. Cuando murió su madre, Marie asumió el gobierno de la casa, y especialmente debió ocuparse de la educación del más pequeño de sus hermanos, quien tenía sólo 10 años. Después de un revés económico-administrativo del padre, Marie tomó en sus manos la administración del hogar y con una energía poco común, transformó la empresa familiar en una industria floreciente.
"Su imagen es la de una mujer inteligente y practica, emprendedora, de recia voluntad, experta en el comercio y los asuntos económicos; buena y prudente, justa en las relaciones con su padre, con su hermano, y con los obreros de la fábrica de medias"
A los 40 años, dejó a su hermano la actividad industrial y comercial y tomó la determinación de dedicarse totalmente a las obras de caridad y de beneficencia. Durante ese tiempo, tomó conciencia de la extrema miseria que afligía a la población de Sainville, situada a sólo 17 kilómetros de Dourdan, en donde los enfermos, los pobres y los huérfanos estaban en gran necesidad.
Fiel a la llamada del Señor, a los 42 años, abandonó su casa, su medio familiar, el bienestar de su condición social elevada, y se consagró totalmente al servicio de los mas pobres a través de las dos formas de actividad caritativa que fueron luego el objetivo específico, confiado como fin propio a su familia religiosa:
  • La asistencia gratuita a los enfermos.
  • La enseñanza, igualmente gratuita, a las niñas del campo.
"Con la misma tenacidad y el mismo espíritu de empresa que había mostrado para crear y dirigir su manufactura textil, comenzó a organizar para las niñas pobres, la enseñanza fundamental, la instrucción religiosa, el aprendizaje de un oficio que pudiera permitirles enseguida, satisfacer sus necesidades, y así no ser carga para nadie. El servicio a las personas ancianas, enfermas, abandonadas, fue otra de sus preocupaciones"
Con el fin de asegurar su obra, fundó un instituto de personas consagradas a múltiples obras de caridad,
"una comunidad de la Tercera Orden de Santo Domingo
para utilidad de la parroquia
para instruir a la juventud
y servir a los pobres enfermos"
En Sainville, dejó todas las riquezas personales a su comunidad. Por su trabajo y los recursos que él procuraba, consagró toda su vida al servicio de los pobres que instruía y aliviaba. Y esto, hasta la muerte, acaecida el 24 de enero de 1744, legando:
  • A la posteridad :
    • Una COMUNIDAD para el SERVICIO DE LA CARIDAD EN IGLESIA.
  • A la Orden:
    • La primera HERMANA DE LA  CARIDAD DOMINICANA
  • A su Instituto :
    • un CARISMA para el ANUNCIO DE JESUCRISTO y el SERVICIO A LOS HERMANOS.








Oremos

Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a la Beata Marie Poussepin para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por Jesucristo, tu Hijo.



Calendario de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Damasco (1203).


San Sabiniano de Troyes




San Sabiniano, mártir
En el territorio de Troyes, en la Galia Lugdunense, san Sabiniano, mártir.
El Martirologio Romano conmemora a san Sabiniano en este día y la diócesis de Troyes le venera como primer apóstol y mártir de la ciudad del mismo nombre. Existen tres «actas» de san Sabiniano y su martirio, ninguna de las cuales tiene valor histórico.
Se cuenta que Sabiniano nació en la isla de Samos; que se convirtió al cristianismo leyendo la Biblia; que fue a predicar el Evangelio en la Galia, antes de ser bautizado; que recibió el bautismo directamente del cielo (ya que una voz sobrenatural pronunció las palabras sacramentales), que fue hecho prisionero por haber efectuado numerosas conversiones, y que compareció valerosamente ante el emperador Aureliano. Tras una serie de incidentes milagrosos, como por ejemplo el de que el fuego no le consumió y que las flechas no le atravesaron, fue finalmente decapitado por la espada.
No parece haber ninguna tradición primitiva en apoyo de su culto, de suerte que lo único que podemos afirmar es que un mártir llamado Sabiniano murió probablemente en Troyes, víctima de una de las primeras persecuciones. En el culto local -que no ha pasado al Martirologio- se lo conmemora decapitado junto a su hermana Sabina de Troyes, lo que ha quedado plasmado, por ejemplo, en la iconografía que acompaña esta nota.
 Acta Sanctorum, 29 de enero; E. Defer, Vie des saints du diocéses de Troyes, pp. 27-36; Analecto Bollandiana, vol. IV (1885), pp. 139-156.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Feliciano de Foligno

 


San Feliciano de Foligno, obispo
En Foligno, ciudad de la Umbría, san Feliciano, considerado el primer obispo de esta región.
EL Martirologio Romano conmemora en este día a san Feliciano, antiguo obispo y patrón de Foligno, a quien el pueblo considera como el primer evangelizador de Umbría. Es difícil determinar hasta qué punto tienen fundamento histórico las dos biografías latinas que han llegado hasta nosotros para informamos que el santo se consagró durante toda su vida al trabajo de evangelización; que era uno de los discípulos predilectos del papa san Eleuterio, quien le había ordenado sacerdote, y que fue más tarde amigo del papa san Víctor I, quien le consagró obispo de Foligno. Si hemos de creer a la más extensa de esas dos biografías, el «pallium» 1 se empleó por primera vez en la consagración episcopal de nuestro santo, ya que el Papa le concedió el privilegio de llevar sobre los hombros «una capa de lana». El texto relaciona con este hecho el origen del poder para consagrar obispos fuera de Roma.
Feliciano fue arrestado en la persecución de Decio, sometido a la tortura en el potro y flagelado repetidas veces, por haberse rehusado a ofrecer sacrificios a los ídolos. En la prisión le asistió una doncella, santa Mesalina, que fue acusada a causa de la devoción que mostraba al mártir. Como se negara a ofrecer sacrificios a los ídolos, la doncella murió en el suplicio. De Roma llegó la orden para que Feliciano fuese llevado a la ciudad a fin de ejecutarle; pero el mártir murió en el camino, a cinco kilómetros de Foligno, debilitado por las torturas y el mal trato que había recibido en la prisión. Tenía entonces noventa y cuatro años de edad, y había sido obispo durante cincuenta y seis años. Contra la veracidad de algunos de estos datos, en especial lo que se refiere a su muerte, debe considerarse que el Martirologio Romano actual no lo considera mártir.
Nota 1: El palio es una banda de lana blanca, adornada de seis cruces de lana negra, que cuelga sobre la espalda y pecho a modo de escapulario. Se fabrica con lana de los corderos bendecidos en Roma el día de santa Inés, y antes de ser entregados a los interesados, son expuestos sobre el sepulcro de san Pedro y bendecidos por el Papa. Confiere al arzobispo o patriarca electos la plenitud del oficio pontifical. Por excepción es concedido el palio a algunos obispos, sea en consideración a sus méritos personales, sea como un privilegio anexo a alguna sede ilustre.
Así resume SS Benedicto XVI el significado del palio: «El palio del que se revisten los arzobispos es símbolo de su comunión jerárquica con el Sucesor de Pedro en el gobierno del pueblo de Dios. Está hecho de lana de oveja para simbolizar a Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y el buen Pastor que vela por su rebaño. El palio recuerda a los obispos que, como vicarios de Cristo en sus Iglesias particulares, están llamados a ser pastores según el ejemplo de Jesús. Como símbolo de la carga del oficio episcopal, recuerda también a los fieles el deber de sostener con su oración a los pastores de la Iglesia y cooperar con ellos en la difusión del Evangelio y en el crecimiento de la Iglesia de Cristo en santidad, unidad y amor.» (Discurso a los arzobispos metropolitanos que habían recibido el palio, 30 de junio de 2008).
 Acta Sanctorum, 24 de enero; Analecta Bollandiana, vol. IX, (1890), pp. 379-392; y san Feliciano, protettore di Foligno (1933), colección de ensayos cortos, con muchas fotografías, publicado por Mons. Fawci-Pulignani.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Babila de Antioquía

 


San Babila de Antioquía, obispo y mártir
En Antioquía de Siria, pasión de san Babila, obispo, el cual, durante la persecución desencadenada bajo el emperador Decio, glorificó a Dios muchas veces con suplicios y tormentos, y acabó gloriosamente su vida cargado de cadenas, con las que pidió que lo enterrasen. Se cuenta que con él padecieron tres jóvenes, Urbano, Prilidiano y Epolonio, a los que había instruido en la fe de Cristo.
Después de San Ignacio, el más famoso de los antiguos obispos de Antioquía fue san Babilas, quien sucedió a Cebino, el año 240. Desgraciadamente sabemos muy poco sobre él. San Juan Crisóstomo nos dice que fue Babilas aquel obispo del que Eusebio nos cuenta que, en la Pascua del año 244, se negó a admitir en la iglesia a Felipe el Árabe (quien se decía cristiano), si no expiaba antes el asesinato de su predecesor, el emperador Gordiano. San Babilas murió martirizado durante la persecución de Decio. Eusebio dice que falleció en la prisión; pero san Juan Crisóstomo afirma que fue decapitado.
Las primeras reliquias de un mártir que fueron trasladadas pertenecieron a san Babilas. Cuentan las crónicas que se hallaba sepultado en Antioquía, pero en 351, el César Galo mandó trasladar sus restos a la cercana iglesia de Dafne para contrarrestar la influencia que ejercía el famoso santuario de Apolo, donde los oráculos y la vida licenciosa constituían un mal ejemplo para los cristianos. Con el traslado de las reliquias del mártir, terminaron aquellas cosas. El año 362, Juliano el Apóstata dio la orden de sacar de allí esas reliquias. Los cristianos las acompañaron en procesión a Antioquía, cantando los salmos que se refieren a la impotencia de los ídolos y de los falsos dioses. Al atardecer del día siguiente, según cuenta la tradición, el templo de Apolo fue destruido por un rayo. Poco después, tuvo lugar una tercera translación de los restos del mártir a la basílica que el obispo san Melecio había construido, del otro lado del Orontes. Dicho obispo fue sepultado junto a san Babilas.
 Analecta Bollandiana, vol. XIX (1901), pp. 5-8; y Acta Sanctorum, 24 de enero, donde se encontrarán dos «pasiones» de san Babilas que carecen de autoridad. Tampoco tienen valor histórico los dos panegíricos predicados por san Juan Crisóstomo, según lo demuestra Delehaye en «Les passions des martyrs», c. II (1921), pp. 209 y 232. Sin embargo, el nombre de san Babilas no sólo figura en los primeros martirologios sirios, sino que era también muy venerado en Occidente. Existen dos biografías, una en prosa y otra en verso, escritas por san Adelmo de Sherborne en el siglo VII. R. Ehwald las editó junto con las otras obras de San Adelmo, en MGH, Auctores Antiquissimi, vol. XV, pp. 274, 397, Cf. Tillemont, Mémoires.., vol. III, pp. 400-408; y Delehaye, Origines du culte... (1933), pp. 54, 58, etc.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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