EL FINAL DEL
ANÁLISIS
Quiero darles
una idea de la diferencia que hay entre el análisis y la consciencia, o entre
la información por una parte y la visión por otra. La información no es visión,
el análisis no es consciencia, el conocimiento no es consciencia, imagínese que
yo llego con una serpiente enroscada en el brazo, y les digo: ¿Ven esta
serpiente enroscada en mi brazo? Acabo de verificarlo en la enciclopedia antes
de venir a esta sesión; encontré que esta serpiente se conoce como la víbora de
Russell. Si me mordiera, me moriría en medio minuto. ¿Podrían sugerirme alguna
manera de librarme de esta criatura que está enroscada en mi brazo? ¿Quién es
el que habla de esta manera? Tengo información pero, no tengo consciencia.
O supongamos
que me estoy destruyendo con el alcohol. "Por favor, describan las formas
en que puedo librarme de esta adicción". Una persona que dijera eso no
tendría consciencia. Sabe que se está destruyendo, pero no está consciente de
ello.
Si fuera
consciente, la adicción desaparecería en ese mismo momento. Si yo fuera
consciente de lo que la serpiente es, no me la quitaría del brazo; ella se
quitaría por medio de mi. De eso es de lo que estoy hablando, ése es el cambio
del que estoy hablando. Usted no se cambia: el mí no cambia al mí. El cambio
tiene lugar por intermedio de usted, en usted. Ésa es la forma más adecuada en
que puedo expresarlo. Usted ve que el cambio tiene lugar en usted, por
intermedio de usted, en su consciencia; tiene lugar: usted no lo realiza.
Cuando usted lo está haciendo, es mala señal; no durará. Y si dura, que Dios se
apiade de las personas que viven con usted, porque va a ser muy rígido. es
imposible vivir con las personas que se convierten sobre la base del odio a sí
mismas y la insatisfacción consigo mismas. Alguien dijo: "Si quieres ser
mártir, cásate con un santo". Pero en la consciencia, usted conserva su
suavidad, su delicadeza, su amabilidad, su apertura, su flexibilidad, y usted
no se fuerza: el cambio sucede.
Recuerdo que
cuando yo estaba en Chicago estudiando psicología, un sacerdote nos dijo:
"Yo tenía toda la información que necesitaba, sabía que el alcohol me
estaba matando, y créanme, nada cambia a un alcohólico - ni siquiera el amor de
su esposa y de sus hijos. Él realmente los ama pero eso no lo hace cambiar. Yo
descubrí algo que me hizo cambiar. Un día estaba caído en una cuneta bajo una
ligera llovizna. Abrí los ojos y vi que eso me estaba matando. Lo vi, y no
quise volver a probar ni una gota. En realidad, desde entonces he bebido un
poco, pero nunca lo suficiente para hacerme daño. No podría hacerlo, ni he
podido". Estoy hablando de eso: Consciencia, no información, sino
consciencia.
Un amigo mío
que fumaba demasiado me dijo: "Hay toda suerte de chistes sobre el
cigarrillo. Nos dicen que el tabaco mata, pero mira a los antiguos egipcios,
todos están muertos y ninguno fumaba". Un día tuvo problemas con los
pulmones, de manera que fue a nuestro instituto de investigación sobre el
cáncer en Bombay. El médico le dijo: "Padre, usted tiene dos manchas en
los pulmones. Podría ser cáncer, de manera que tiene que volver dentro de un
mes". Después de eso mi amigo no volvió a tocar un cigarrillo. Antes sabía
que lo mataría; ahora estaba consciente de que podría matarlo. Ésa es la
diferencia.
El fundador de
mi orden, San Ignacio, tiene para eso una bonita expresión. Lo llama gustar y
sentir la verdad - no conocerla, sino gustarla y sentirla, tener la sensación
de ella. Cuando uno la siente, cambia. Cuando la conoce en la cabeza, no
cambia.
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