SE HA CUMPLIDO EL PLAZO ¿QUÉ RESPONDES A LA INVITACIÓN?
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
La imagen es la de las orillas del inmenso lago de barcas y pescadores, humedeciendo los pies de Jesús de Nazaret, que inicia su predicación en Galilea después que Herodes encierra a Juan Bautista en la cárcel. “El plazo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca –predica el Hijo de Dios- Conviértanse y crean en el evangelio”.
La vida es un crédito a plazo fijo. Y si el tiempo es oro hay que invertirlo bien porque el tiempo pasa, es breve, se gasta; se escurre como un río que no se detiene de ningún modo y avanza inexorable segundo a segundo del reloj biológico de tu carne y la mía.
¿Jesús lo dice porque la sombra de la espada ya se levanta sobre la cabeza de Juan para el degüello? También vos y yo tenemos “los días contados”, infectados letalmente con el virus de la muerte, que muchas veces alimentamos con nuestras opciones de vida equivocadas.
¿En qué estoy gastando el tiempo de mi vida?, ¿en qué invertís el pulso precioso de tu corazón que marca el tiempo tuyo?
San Ignacio de Loyola, pone entre los criterios del tiempo de decisiones fundamentales, considerar qué elegiría si estuviera en el lecho de muerte. Papa Francisco afirma que la mortaja no tiene bolsillos. Y frente a la enfermedad espiritual de creerse “inmortales”, aconsejó visitar el cementerio.
Jesús de Nazaret empapa sus pies predicando junto al lago. Ve a los pescadores Simón y Andrés acomodando las redes y los llama: “Vengan conmigo y yo los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejando las redes lo siguieron, testifica el mismo Evangelio (Mc. 1,14-20).
Lo siguieron “inmediatamente” nos vuelve a referir al tiempo. Hay algo que elegir y decidir ahora porque –plazo cumplido-, mañana ya podría ser tarde. Jesús te llama también a vos y a mí y en su seguimiento nos ofrece Vida plena.
Por el poder del amor de Dios se puede. podemos escuchar el llamado de Jesús, convertirnos, cambiar; “dejar” el camino equivocado que lleva a la muerte y seguir a Jesús de Nazaret.
¿En qué estoy gastando el tiempo de mi vida?, ¿en qué invertís el pulso precioso de tu corazón que marca el tiempo tuyo?
San Ignacio de Loyola, pone entre los criterios del tiempo de decisiones fundamentales, considerar qué elegiría si estuviera en el lecho de muerte. Papa Francisco afirma que la mortaja no tiene bolsillos. Y frente a la enfermedad espiritual de creerse “inmortales”, aconsejó visitar el cementerio.
Jesús de Nazaret empapa sus pies predicando junto al lago. Ve a los pescadores Simón y Andrés acomodando las redes y los llama: “Vengan conmigo y yo los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejando las redes lo siguieron, testifica el mismo Evangelio (Mc. 1,14-20).
Lo siguieron “inmediatamente” nos vuelve a referir al tiempo. Hay algo que elegir y decidir ahora porque –plazo cumplido-, mañana ya podría ser tarde. Jesús te llama también a vos y a mí y en su seguimiento nos ofrece Vida plena.
Por el poder del amor de Dios se puede. podemos escuchar el llamado de Jesús, convertirnos, cambiar; “dejar” el camino equivocado que lleva a la muerte y seguir a Jesús de Nazaret.
Para los ex pescadores Simón y Andrés la vida continúa, pero por el camino de Jesús que pasando por la cruz llega a la Vida plena de la resurrección, más allá del tiempo, vencido definitivamente el virus de la muerte para siempre en la carne de Cristo y sus discípulos misioneros. El pulso del corazón solo marca el ritmo del amor invencible, no el del tiempo.
Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 14-20
Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 14-20
“Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”. Mientras iba por la orilla del lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron”.
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