LA PÉRDIDA DEL
CONTROL
Si ustedes
quieren comprender el control, piensen en un niño a quien le dan a probar
drogas. Cuando las drogas penetran en el cuerpo del niño, éste se convierte en
adicto; todo su ser reclama la droga. Estar sin droga es un tormento tan
intolerable que parece preferible morir. Piense en esta imagen: El cuerpo se ha
vuelto adicto a la droga. Esto fue exactamente lo que la sociedad les hizo a
ustedes cuando nacieron. No les permitió disfrutar del alimento sólido y
nutritivo de la vida - es decir, del trabajo, del juego, de la diversión, de la
risa, de la compañía de la gente, de los placeres de los sentidos y de la
mente. Les dio una prueba de la droga llamada aprobación, aprecio, atención.
Voy a mencionar
a un gran hombre llamado A. S. Neil. Es el autor de Summerhill. Neil dice que
el síntoma de que un niño está enfermo es que siempre gira alrededor de sus
padres; le interesan las personas. El niño saludable no se interesa por las
personas, sino por las cosas. Cuando un niño está seguro de que su madre lo
ama, se olvida de su madre; sale a explorar el mundo; es curioso. Busca una
rana para ponerse en la boca - ese tipo de cosa. Cuando el niño no se despega
de su madre, es una mala señal; es inseguro. Tal vez la madre ha estado
tratando de que el niño la quiera, no le ha dado toda la libertad y seguridad
que necesita. La madre lo ha estado amenazando de muchas maneras sutiles con
abandonarlo.
De manera que
nos dieron una prueba de adicción a varias drogas: la aprobación, la atención,
el éxito, llegar arriba, el prestigio, ser nombrado en el periódico, tener
poder, ser jefe. Nos hicieron probar cosas como ser capitán del equipo, ser el
director de la banda, etc. Habiendo probado estas drogas, nos convertimos en
adictos y empezamos a temer perderlas. Recuerden la falta de control que
sentían, el terror ante la perspectiva del fracaso o de cometer errores, ante
la perspectiva de que otros lo criticaran. De manera que usted se volvió
dependiente de los demás, y perdió su libertar. Otros tienen ahora el poder de
hacerlo feliz o desgraciado. Usted necesita sus drogas, pero a pesar de que
detesta el sufrimiento que esto implica, usted está completamente indefenso. No
hay un minuto en que, consciente o inconscientemente, usted no esté al tanto de
las reacciones de otros o sintonizado con ellas y marchando al compás de sus
tambores. Una bonita definición de una persona que despertó: una persona que ya
no marcha al compás de los tambores de la sociedad, una persona que danza al
ritmo de la música que surge de su interior. Cuando a usted no le ponen
atención o no simpatizan con usted, siente un aislamiento tan intolerable que
se arrastra de nuevo hacia la gente y suplica que le den la droga llamada apoyo
y ánimo, seguridad. Vivir con la gente en este estado implica una tensión
inacabable. "El infierno son los demás" dijo Sartre. Qué gran verdad.
Cuando uno se halla en este estado de dependencia, siempre tiene que
comportarse de la mejor manera; nunca puede relajarse; tiene que cumplir las
expectativas. Vivir con la gente es vivir tensionado. Estar si ellas produce la
agonía del aislamiento, porque la echa de menos. Uno ha perdido la capacidad de
ver a los demás exactamente como son y de responderles adecuadamente, porque la
percepción que tiene de ellos está distorsionada por la necesidad de obtener la
droga o como una amenaza de ser despojado de ella. Conscientemente o
inconscientemente, uno siempre mira a la gente con esos ojos. ¿Obtendré de
ellos lo que quiero, no obtendré de ellos lo que quiero? Y si no pueden ni
apoyar ni amenazar mi droga, no me interesan. Decir eso es una cosa horrible,
pero me pregunto si hay alguien aquí de quien no se pueda decir esto.
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