viernes, 30 de enero de 2015

EL TIEMPO Y LA ESPERA V (I. SONETOS) Pedro CASALDÁLIGA

AVISO PREVIO A UNOS MUCHACHOS
QUE ASPIRAN A SER CÉLIBES
Será una paz armada, compañeros,
será toda la vida esta batalla;
que el cráter de la carne sólo calla
cuando la muerte acalla sus braseros.
Sin lumbre en el hogar y el sueño mudo,
sin hijos las rodillas y la boca,
a veces sentiréis que el hielo os toca,
la soledad os besará a menudo.
No es que dejéis el corazón sin bodas.
Habréis de amarlo todo, todos, todas,
discípulos de Aquel que amó primero.
Perdida por el Reino y conquistada,
será una paz tan libre como armada,
será el Amor amado a cuerpo entero.

MAR DE SÃO MATEUS
Azul la paz, al menos este día,
la lengua pertinaz de blanca espuma,
olas, miradas, velas, vuelos suma,
llamándome, inviable lejanía.
Anchieta con sus versos por la arena,
las tribus con sus huesos por la muerte,
mi corazón como una playa inerte
ante los pobres entre sol y pena.
El mar que soy, el mar que me convida,
de donde viene, a donde va mi vida,
el mar que nunca habré de terminar.
Volviéndome, envolviéndome en sí mismo,
roca, horizonte, singladura, abismo,
el mar aún, de nuevo, siempre el mar.

AL CIPRÉS DE ITAICÍ
Capucha, el sol latinoamericano.
La asceta soledad estalla en flores.
Pero no dejará de ser hermano
de todos los cipreses rezadores.
Savia del Pueblo, lluvia de Tu Gracia,
ora y convoca, vela y desafía.
Cirio pascual de verde pertinacia,
horada las tinieblas y abre el día.
Ciprés también, acógelo, Señor:
¡el mismo anhelo lo levanta a Ti!
Allá, mudo el ciprés en el fervor
de Silos. ¿Todavía mudo? Aquí,
aljaba de combates, el clamor
de este ciprés profeta de Itaicí.

REBAÑO DE BECERROS

Marejadas de furias, domeñada
por la voz de un vaquero y el estío,
manada sois y moriréis manada,
yerta la sangre y humillado el brío.
Cueros de cal en serie, la alambrada
os delimita el mundo con su hastío.
Carga, divisas, carne congelada,
no ha de salvaros este verso mío.
No me miréis, atónitas preguntas.
Rendid la inútil lira de dos puntas.
En vano mugiréis contra la suerte.
Sin libertad, sin hijos, sin arenas,
número y peso os toca ser apenas
para engordar los lucros de la muerte.

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