viernes, 30 de enero de 2015

Beato Sebastián Valfré - San Pablo Ho Hyob - Santo Tomás Khuong 30012015


Beato Sebastián Valfré

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Beato Sebastián Valfré, religioso presbítero
En Turín, ciudad del Piamonte, en Italia, beato Sebastián Valfré, presbítero de la Congregación del Oratorio, que con su entrega desinteresada ayudó a pobres, enfermos y encarcelados, y condujo a muchos hacia Cristo con su amistad y su eximia caridad.
Sebastián Valfré nació en Verduno del Piamonte, en 1629. Sus padres eran pobres y la familia numerosa. Desde su niñez decidió ser sacerdote, y trabajó para pagarse todos sus estudios, copiando libros. Se cuenta que al partir del hogar, lo único que sus padres pudieron darle fue un tonel de vino. Sebastián ingresó en la Congregación de los Padres del Oratorio, en Turín, el día de la fiesta de san Felipe Neri, en 1651. Un año después, fue ordenado sacerdote y cantó su primera misa en Verduno para consuelo de sus padres. Desde el primer momento, se entregó con toda el alma al cumplimiento de sus deberes sacerdotales. Un hecho notable fue que desde el arribo del beato, el Oratorio de Turín, que hasta entonces había estado en decadencia por muchas dificultades, empezó a prosperar y a atraer al pueblo. El primer cargo de Sebastián fue el de prefecto del "Pequeño Oratorio", es decir una cofradía de laicos que se reunían para los ejercicios de piedad. El beato desempeñó durante muchos años el cargo con gran fruto y su extraordinario don de entusiasmar a los jóvenes parece haberle ganado el puesto de maestro de novicios. En 1661, habiendo cumplido la edad canónica de cuarenta años, fue elegido superior, contra su voluntad. Se dice que su gobierno fue una imitación perfecta del de san Felipe, tanto por el cuidado de la observancia hasta en los menores detalles, como por la gran bondad de Sebastián con los enfermos, para los que nada le parecía demasiado bueno.

Entre tanto, la fama del beato como director de almas se había ido extendiendo. Pasaba largas horas en el confesionario, al que asistía con puntualidad escrupulosa y, en sus exhortaciones a la comunidad, insistía mucho sobre la necesidad de la confesión frecuente. Toda clase de personas se confesaban con él, hallándole siempre dispuesto a hacer cualquier cosa por aquellos que necesitaban ayuda o mostraban deseos serios de perfección. Por otra parte, era implacable con los falsos y parecía gozar de un don sobrenatural o de un poder de telepatía para descubrir la falta de sinceridad. Entre sus penitentes se contaba el duque Víctor Amadeo II, más tarde rey de Cerdeña, quien en 1690, con el consentimiento del Papa Alejandro VIII, se esforzó en vano por persuadirle para que aceptara la sede arzobispal de Turín. El beato Sebastián predicaba, algunas veces, tres sermones al día. Emprendía también largas expediciones misionales a los distritos de los alrededores y, algunas veces, hasta territorio suizo, con gran fruto de conversiones. Además, consagraba mucho tiempo a la instrucción de los jóvenes y de los ignorantes. Acostumbraba reunir a los mendigos que iban al Oratorio a pedir limosna y les daba alimento para el cuerpo y para el alma. Era infatigable en sus visitas a los hospitales y prisiones, y tenía especial simpatía por los soldados, cuyas dificultades comprendía y compadecía.

Como su modelo, san Felipe, el beato estaba siempre alegre, de suerte que las gentes consideraban que tenía un carácter ligero y sin preocupaciones. Esto es tanto más de admirar, cuanto que sabemos, por otra parte, la terrible historia de sus desolaciones y pruebas interiores. Con frecuencia le asaltaba la tentación de sentirse dejado de la mano de Dios y de creer que había perdido la fe y estaba destinado al infierno. A pesar de ello, aun cuando se acercaba ya a los ochenta años de edad, jamás cejó en sus trabajos por las almas, predicando al aire libre, en lo más crudo del invierno, al primer grupo de perdidos que encontraba. Más aún, cuando le parecía conveniente para la gloria de Dios, no temía entrar en los mismos antros de vicio. Por extraño que pueda ser, Dios parece haber bendecido abundantemente su osadía, ya que los rufianes más groseros se sentían impresionados por la santidad del beato y no se atrevían a levantar la voz, cuando éste criticaba sus vicios en los términos más severos. Su vida podría servir de modelo a todos los pastores de las ciudades en las que abundan el vicio y la miseria, y nada tiene de extraordinario que los contemporáneos del beato le hayan considerado como un santo. Se cuentan muchos ejemplos de su don de leer los corazones y de hacer profecías que se cumplieron. Entre otras cosas, parece que el beato sabía desde varios meses antes la fecha exacta en que iba a morir. Dios le llamó a Sí, a los ochenta y un años de edad, el 30 de enero de 1710. Fue beatificado en 1834.

 Lady Amabel Kerr, Life of Bd. Sebastián Valfré (1896); G. Callen, Vita del B. Sebastiano Valfré; P. Capello, Vita del b. Sebastiano Valfré 2 vols., (1872).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


San Pablo Ho Hyob

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San Pablo Ho Hyob, mártir
En Seúl, en Corea, san Pablo Ho Hyob, mártir, que, siendo soldado, fue encerrado en prisión por confesarse cristiano y, sometido a tormento, llegaron a ceder sus fuerzas, dando la impresión de retractarse, pero arrepentido y repuesto, él mismo se presentó ante el juez confirmando su fe en Cristo, por lo cual, encarcelado de nuevo, después de largo tiempo falleció a consecuencia del maltrato recibido.
Pablo Ho Hyob nació en 1796 en Seúl, era de profesión militar, y cristiano junto con su esposa, Clara Ni. Atrapado entre su deber de fidelidad militar y el de su fidelidad a la fe, prefirió esta, y fue encarcelado junto con su mujer, y cuatro compañeras más: Cecilia Ham, Ana Min, Teresa Nam y Teresa Son. Las torturas y vejaciones no se hicieron esperar, y cedieron los seis a la apostasía. Sin embargo, de Pablo consta que se arrepintió y volvió a la confesión de la fe. Lamentablemente, de las cinco mujeres no consta su vuelta a la fe, aunque se supone, ya que los seis siguieron en prisión, y fueron estrangulados juntos, en extrema debilidad, el 30 de enero de 1840, aunque el supuesto no es suficiente para la elevación a los altares, por lo que, a falta de pruebas, sólo pudo ser canonizado Pablo, a quien el decreto de canonización llama "valiente defensor de la fe".
Histoire de l'Eglise en Coree, Ch. Dallet, tomo II, pág. 231. Año Cristiano, BAC, 2003, trae los mismos datos fundamentales, aunque indica que fue muerto a hachazos.

Santo Tomás Khuong

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Santo Tomás Khuong, presbítero y mártir
En Tonkin, actual Vietnam, santo Tomás Khuong, presbítero y mártir, que en la persecución bajo el emperador Tu Duc confesó con gran fuerza de ánimo ser cristiano. Fue encarcelado y, finalmente, de rodillas ante la Cruz, lo mataron a hachazos.
Entre los 50 sacerdotes que comprendía el grupo de 117 mártires encabezado por san Andrés Dung-Lac se encuentra Tomás Khuong, presbítero y terciario dominico, nacido hacia el 1780 de una noble familia tonquinense, quizás hijo de un mandarín. Cristiano desde pequeño, había sufrido ya la cárcel en la persecución del emperador Minh-Manh (1820-1841), sin embargo en esa ocasión fue liberado merced a su ilustre origen. Desde aquel momento vivió en al clandestinidad en un lugar seguro, ejerciendo su ministerio sacerdotal. 
Tenía casi 80 años cuando el 29 de diciembre de 1859 fue capturado en Tran-Xa, durante la nueva persecución anticristiana ordenada por el rey Tu-Duc. Ese día había dejado su refugio para trasladarse a otro, cuando junto al puente de Tran-Xa fue reconocido como cristiano a causa de su vacilación al atravesar el puente, por no pisar la gran cruz que los perseguidores habían puesto en la tierra. Arrestado y conducido a juicio, fue sometido a un intenso interrogatorio, para encontrar en sus palabras cualquier declaración que implicase su relación con los cristianos locales y los europeos; fue invitado a convencer a sus correligionarios de que apostataran y pisaran la cruz, y en este punto el padre Tomás, declarándose cristiano desde la infancia y sacerdote de Cristo, rechazó indignado la sugerencia, afirmando que estaba preparado para morir mil veces por su amada religión.
Fue condenado a muerte un mes después, el 30 de enero de 1860. Arrodillado frente a una pequeña cruz de cañas que había llevado consigo, fue decapitado en el acto de venerarla. Fue beatificado en 1951 y canonizado con los demás mártires de Vietnam el 19 de junio de 1988.

fuente: Santi e Beati

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