sábado, 3 de enero de 2015

Beato Ciriaco Elías Chavara - Santa Genoveva 03012015

sábado 03 Enero 2015

Beato Ciriaco Elías Chavara

 


Nació en Kainakary (Kerala), el 10 de febrero de 1805 y se convertiría en uno de los grandes defensores de la unidad de la Iglesia mediando en el grave conflicto creado por el prelado Thomas Rochos en el sur de la India. Su vida desde la infancia estuvo caracterizada por singularísimo amor al Santísimo Sacramento y a María, a quien lo consagraron sus padres a los pocos días de nacer depositándolo ante Ella en el santuario de Nuestra Señora de Vechour. Debía su piedad a su madre que le enseñó a recitar las primeras oraciones antes de iniciar el descanso cotidiano; ambos las compartían en medio de gran recogimiento. Integrado en la comunidad de rito siro-malabar, apenas despuntaba en su adolescencia cuando el P. Thomas Palackal, que atisbaba en el muchacho gestos inequívocos de virtud y clara aptitud hacia el sacerdocio, le animó a ingresar en el seminario de Pallipuram que estaba bajo su dirección.
Antes de ser ordenado sacerdote, el beato perdió a sus padres y a un hermano, por lo cual unos parientes cercanos consideraron que era mejor que abandonara los estudios y ayudara a su sobrina, hija del hermano fallecido. Ciriaco asumió sus responsabilidades sin dejar la formación, y después de haber pasado por el seminario de Verapoly fue ordenado sacerdote en 1829.
Al saber que el P. Palackal y el P. Perukkara, amigo de aquél, aspiraban a vivir la experiencia eremítica, se unió a ellos. Y en 1831 se iniciaba la construcción del monasterio de Mannanam que pusieron bajo el amparo de san José. La idea del prelado, Mons. Stabilini era contar con un movimiento religioso indígena, labor que encomendó a estos sacerdotes. La comunidad creció y fue el germen de otro seminario colindante que sería de gran fecundidad para el clero lo cual repercutió en la vida de los fieles. Signado por el espíritu de la fidelidad y la autenticidad, Ciriaco se convirtió en un pilar de la Iglesia en ese estado de la India y fue motivo de descanso para el vicario apostólico de Verapoly que le encomendó misiones eclesiales relevantes. Entretanto, con el afán de contribuir a la formación de los fieles se hizo con una imprenta de madera y con ella difundió la revista La flor del Carmelo, el periódico El Deepika y numerosos textos espirituales.
Hombre de oración, acostumbrado a pasar largas horas ante el Santísimo, recorría afanoso todas las parroquias de Kerala con una acción apostólica vigorosa que conllevaba numerosas bendiciones. En 1846 se convirtió en el superior del monasterio de Mannanam, ya que los sacerdotes que encabezaron la fundación junto a él habían fallecido. El incremento de vocaciones que se produjeron bajo su amparo dio lugar a la «Congregación de los Siervos de María Inmaculada del Monte Carmelo».
En 1858 se hicieron notorias las desavenencias entre sacerdotes de rito siro-malabar y el vicario apostólico de rito latino, Mons. Bacinelli. Los primeros llevaron los malos entendidos al patriarca caldeo José VI, con la esperanza de que designara un prelado afín a ellos. Roma no lo autorizó, pero el patriarca nombró a Thomas Rochos, quien hizo creer a los católicos que contaba con la aquiescencia de la Santa Sede intoxicando más aún las relaciones entre los fieles que aceptaron su versión. En la gravísima sima que se abrió acarreando la separación del legítimo vicario apostólico de Verapoly, Rochos no pudo anexionarse la fidelidad de Ciriaco que actuó con absoluta fidelidad a Roma y en calidad de vicario general para los siro-malabares con sumo tacto y prudencia impidió que se consumara un cisma. Todo su quehacer estuvo guiado por el anhelo de mantener la unidad y la reconciliación dentro de la Iglesia. Amaba profundamente al Santo Padre.
Era humilde, caritativo y misericordioso; un gran apóstol que vivía entregado a los demás. El rezo del Rosario, la adoración al Santísimo y devoción por las llagas de Cristo, los dolores de María y los gozos y pruebas de san José, en los que meditaba y difundía entre sus hermanos, formaban parte de su quehacer y acción apostólica. En medio de sus múltiples quehaceres incluía la escritura siempre con finalidad apostólica.
Decía: «Los días en que no hemos ayudado a nadie no merecen considerarse entre los días útiles de nuestra vida». Instituyó en Kerala las Cuarenta horas. Ha sido denominado “apóstol de la Eucaristía”. Vivió volcado en los enfermos y los desvalidos para los que fundó una casa. En 1866 fundó la Congregación de la Madre del Carmelo, integrada por monjas carmelitas de rito siro-malabar. Este beato, primer Prior General de los Carmelitas de María Inmaculada, murió en Koonammavu, localidad india cercana a la de Kochi el 3 de enero de 1871. Fue beatificado por Juan Pablo II el 8 de febrero de 1986.


Santa Genoveva




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El nombre y la devoción de Santa Genoveva, († 502), son muy populares en Francia, y sobre todo en París, de la que es Patrona. La vida de la virgen parisiense se encuentra en la Vita Genovefae, escrita unos 20 años después de su muerte. Esta biografía, que hoy se considera como documento histórico, tiene el estilo modesto de quien escribe con fines exquisitamente edificantes, pero logra colocar a la santa en un preciso cuadro histórico.

Nació en Nanterre, en las afueras de París, hacia el año 422, y a los seis años la consagró a Dios San Germano de Auxerre, que pasaba por allí, camino de Inglaterra en donde imperaba la herejía pelagiana. A los 15 años se consagró definitivamente a Dios, entrando a formar parte de un grupo de vírgenes entregadas a Dios que, aunque llevaban un vestido que las distinguía de las demás mujeres, no vivían en convento, sino en sus propias casas, dedicadas a obras de caridad y de penitencia. Genoveva tomaba las cosas en serio: sólo comía el jueves y el domingo, y desde por la tarde de Epifanía hasta el jueves Santo no salía nunca de su pieza.

En el año 451 París se encontraba bajo la amenaza de los Hunos de Atila; los parisienses iban a huir de la ciudad, pero Genoveva los convenció a permanecer ahí, confiando en la protección del cielo. Una vez rechazados los bárbaros, apareció el problema de la carestía: entonces Genoveva montó en un barquito, subió por el Sena y consiguió cereales que distribuyó generosamente a todo el pueblo.

Era una digna antecesora de Santa Juana de Arco. Se sirvió de su amistad con los reyes Quilderico y Clodoveo para obtener la gracia para muchos prisioneros políticos.

Murió hacia el año 502, y sobre su tumba se construyó un pequeño oratorio de madera, que fue el origen de una famosa abadía, más tarde transformada en basílica por Luis XV. Se la invocaba sobre todo en tiempos de graves calamidades, como la peste, o para pedir la lluvia o contra las inundaciones del Sena.

Los jacobinos de la Revolución francesa destruyeron buena parte de las reliquias y transformaron la basílica de Santa Genoveva - que tomó el nombre clásico de Panteón - en el mausoleo de los Franceses ilustres. Pero el culto a Santa Genoveva continuó en la iglesia cercana de Saint-Étienne-du-Mont.





Oremos



Dios nuestro, que quisiste que en el parto de la Santísima Virgen María la carne de tu Hijo no quedase sometida a la antigua sentencia dada al género humano, concédenos, ya que por el nacimiento de Cristo hemos entrado a participar de esta renovación de la criatura, que nos veamos libres del contagio de la antigua condición. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de fiestas marianas:

Nuestra Señora de Sichem (474).




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