domingo, 29 de noviembre de 2020

Domingo 1º de Adviento B (29.11.2020): Marcos 13,33-37 Sólo existe una venida: Tu vida. y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

 Nuevo Año Eclesiástico

Enhorabuena por haber llegado hasta aquí. Me siento afortunado por estar de nuevo en la línea de salida de un nuevo Ciclo en la Liturgia de la Iglesia. Muchos dicen que estamos en un Ciclo nuevo de la Iglesia. Puede que sí y puede que no. Depende de dónde se mire y a quién se mire. Depende de qué se lea y de qué se celebre. En la organización de la Liturgia no se ha cambiado nada desde el año pasado hasta este nuevo año- 

Sigo manteniendo mis afirmaciones que se centran en la constatación de que la Liturgia está 'al margen' del mensaje de los relatos del Evangelio. Las pretensiones principales de la Liturgia y de las Celebraciones no pasan por llegar a conocer más y mejor los Evangelios. Una vez más se nos va a decir que en este nuevo año eclesiástico de 2020-2021 del llamado Ciclo B tendremos la oportunidad de leer, conocer y meditar el llamado Evangelio de Marcos que fue escrito por María Magdalena, y que no acaba en Marcos 16,20, sino en Marcos 16,8 (por decir algunos de sus pormenores). ¡Pues iré contando las veces en las que la propuesta de lectura para cada domingo se sale de esta orientación! 

Y para más abundamiento de estos datos, se nos pide que comencemos a leer este Evangelio por el capítulo decimotercero, el más complicado de comprender. Por más declaraciones institucionales que oiga o lea no me dejaré 'embaucar'. Sigo aprendiendo a leer el relato de María Magdalena.

Y comento otra segunda cuestión. Cada comentario del texto evangélico del domingo lo acompañaré con otra página escrita que titularé 'CINCO MINUTOS', porque  ese es el tiempo que se tardará en leer esa página. Llevo unos 30 años escribiendo páginas de éstas. Y deseo seguir rescatando alguna de ellas para refrescar qué me decían mis neuronas en tiempos del siglo pasado. 

Más de uno sabe bien que no he pretendido escribir ni editar libro alguno con estos asuntos bíblicos que me ocupan y preocupan. Estos asuntos los vengo compartiendo con personas que desean acogerlos y, personalmente, se los hago llegar como si un 'amazoncito' se acercara a la puerta de sus recepciones. Debo llevar calentitos y en su punto (de la sartén al plato, se dice en los ámbitos de la restauración) estos comentarios a unas seiscientas direcciones ubicadas en los cinco continentes. Por eso suelo decir que trabajo los fines de semana y descanso de lunes a viernes. Un regalo.

En este primer domingo del nuevo Adviento, comparto la primera página de 'Cinco Minutos' que escribí en 1990. Hablaba allí de la Iglesia en la que creía un papa llamado Pío X. Léase con calma, porque este mensaje es, en apariencia, diametralmente opuesto al pensar del papa llamado Francisco, el del 'Fratelli Tutti'. ¿A qué santísima Tradición pertenecen ambos? En fin, vivir para pensar. Pensar siempre después de respirar y de alimentarse. Nos deseamos una feliz travesía de semana en semana. 

 

A continuación se encuentran los comentarios


Domingo 1º de Adviento B (29.11.2020): Marcos 13,33-37

Sólo existe una venida: Tu vida. Así lo escribo CONTIGO,

 

Primer domingo del nuevo año de la iglesia. Tiempo del Adviento. Cuatro domingos y estamos en la Navidad. Nuevo año que se llama CICLO B. Las autoridades vaticanas de la Liturgia nos lo proponen así. Dicen que nos leamos domingo a domingo, y según su programación, este Evangelio llamado de Marcos y que lo escribió María Magdalena. Sí, precisamente esa mujer en la que estás pensando, mi leyente de ahora. María de Magdala. Otra de las seguidoras.

 

Por estos mismos días del año 2017 escribía un comentario de este texto de Marcos 13,33-37. Y un año antes, 2016, escribí en cincuenta y dos páginas como ésta el comentario ordenado y completo de todo el relato de este Evangelio, el primero de su género. Lo escrito en estas dos ocasiones, escrito queda. Este nuevo año eclesial necesita volver a ser iluminado por la luz de esta Buena Noticia, que permanece y se re-crea  a un tiempo. Por eso es noticia y es buena.

 

Empezamos en la iglesia la lectura crítico-contemplativa de este Evangelio por uno de los muchos lugares por donde no debiera comenzarse. El relato de Marcos 13,33-37 tiene su contexto y sin él, el mensaje de la buena noticia se desarraiga y manipula, desgraciadamente.  

 

Propongo el ejercicio de leerse detenidamente Marcos 13,1-37: “Al salir del Templo, le dice a Jesús de Nazaret uno de sus seguidores... Y Jesús comenzó a  decirles: Mirad que no os engañe nadie” (13,1-5). Este Evangelista acaba de contar los acontecimientos vividos por su Jesús de Nazaret en su última visita al único Templo de su religión judía en Jerusalén. Seguro que nadie jamás tuvo acceso a los adentros de  este hombre de Galilea y nadie jamás supo lo que supuso para él denunciar la presencia deshumanizadora de aquella institución del Templo, con sus Sacerdotes -Sumos, normales y mínimos- y con todas sus tradiciones y liturgias.

 

A este Jesús de Nazaret no le esperó ni le esperaba nadie. Bueno, sí, su madre y su padre. Pocas personas supieron de su infancia y si alguien supo algo no le debió de parecer relevante. Esto es no lo que a mí me parece como lector, sino lo que leo en este Evangelio escrito por M. Magdalena. Y lo que leemos este domingo en Marcos 13,33-37 nos dice que cuando este hombre murió y fue sepultado ya no volvió, aunque fuera tan esperado como deseado. Y sigue sin haber venido. No vendrá. Que nadie nos engañe, quedó  escrito (Mc 13,5).

 

Lo que nos dejó escrito este primer Evangelio desde 1,1 hasta el final en 16,8 fue ‘la única venida de Jesús de Nazaret’. La única, como única fue y seguirá siendo la venida y la vida de todos y de cada uno de los seres humanos que  nacenymueren en esta casa del mundo.

 

Creo que cada una de las personas somos ese ‘hombre que se ausenta y deja su casa’ (13,34). Este hombre fue Jesús de Nazaret que se fue de su casa, de su vida en esta tierra,  y nos lo dejó todo, porque eso mismo también es lo que desde siempre hace cada ser humano después de haber nacido y vivido y haberse desvivido.  Personalmente, no quiero que nadie me engañe. Desde los orígenes nadie ha venido dos veces y así creo que seguirá ocurriendo en el futuro. Nadie regresa, porque nadie se va del todo. ¿Somos semillas de semillas? Probablemente. Tal vez... Solo existe una venida. Tu vida. Su vida. La mía. Creo, digo. Carmelo Bueno Heras

 

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 1º: 29.11.2020. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

 

Mi cómplice de camino, podrás leer en la última línea de esta página la referencia temporal de ‘enero-febrero de 1990’. Desde entonces hasta ahora unos treinta años cumplidos nos contemplan. Fue ayer mismo y, sin embargo, ha pasado ya tanto en tan poco tiempo...  En cada uno de estos treinta años escribí cinco páginas semejantes a ésta que ahora nos compartimos. Así que multiplicados los números, me sale una cuenta de unas ciento cincuenta páginas de ‘mis puntuales meditaciones bíblicas’ publicadas una a una y en su orden en la penúltima página de la revista ‘Educar hoy’.

 

Cinco minutos fue el cimiento de estas páginas, porque ese es el cronos, más o menos, que se tarda en leerla. Más de una de estas páginas, tal vez, requiera que se inviertan más minutos. Esto de los ‘Cinco minutos’ viene a ser una práctica tradicional en alguna escuela educativa de la casa inmensa de este mundo y de esta tierra nuestra. A lo largo de este año del Ciclo B de las lecturas del Evangelio de Marcos adjuntaré una de estas páginas de antes que aún permanecen como esas luces siempre encendidas que son las estrellas. Así lo sigo creyendo. 

 Mateo 23, otro lenguaje para hablar de la Iglesia

Hubo, a comienzos de este siglo, un papa por nombre Pío X que en uno de sus escritos denominado Vehementer Nos (Nos, vivamente...) se atrevió a dejar por escrito una de­finición de lo que entendía por Igle­sia. Así decía san Pío X: «La Iglesia es, por su propia esen­cia, una sociedad desigual, es decir, una sociedad que incluye a dos ca­tegorías de personas: los pastores y el rebaño, los que ocupan un rango en los diferentes grados de la jerar­quía y la multitud de los fieles. Y es­tas categorías son de tal forma dis­tintas entre sí que únicamente en el cuerpo pastoral residen el derecho y la autoridad necesarios para pro­mover y dirigir a todos los miembros hacia el fin de la sociedad. Por lo que se refiere a la multitud, no tiene otro derecho sino el de dejarse guiar y, como rebaño fiel, seguir a sus pas­tores».

 

Sin otras pretensiones que las de ser una «oveja del rebaño obedien­te» y haber sido bautizado en Jesús, creo y me gustaría seguir creyendo que la Iglesia, según el plan de Dios he­cho presente en Jesús, es una gran familia. Es decir, una comunidad en la que todos son hermanos. Sólo hay un Padre, Dios; él tiene toda la autoridad y la manifiesta amando entrañablemente a todos. Jesús es, en la Iglesia, el mejor hijo del único padre y el mejor de los hermanos. Así, en el Padre y en Jesús, todos los bautizados son hermanos. No hay otros padres-madres, no hay otros superiores, no hay otros direc­tores, no hay... otras categorías. Y si, llegado el caso, alguno cree o cae en la tentación de ser el primero, que lo sea porque se ha hecho el último, el servidor de todos y primordial­mente de los más pequeños y mar­ginados.

 

En consecuencia, si se puede ha­blar así, la única jerarquía entre no­sotros los bautizados es la frater­nidad. Así lo he aprendido desde peque­ño en la teología del Vaticano II, por­que así lo aprendió el Concilio del Señor Jesús, tal y como lo recoge, por ejemplo, Mateo en su capítulo 18 y, más concretamente, en Ma­teo 23,8-12. ¿Habría que decir tam­bién que todo lo que se aparte de esa orientación es cosa que no per­tenece al Señor Jesús y al Plan de Dios?

Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 21 (enero-febrero.1990)

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