La dimensión política de la fe hoy
2020-10-23
Las ya próximas elecciones municipales en Brasil, sugieren
hacer una reflexión sobre la relevancia de la fe cristiana ante la política,
sea social, o partidaria.
La
fe no es un acto al lado de otros actos. Es una actitud que engloba
todos los actos, a toda la persona, el sentimiento, la inteligencia, la
voluntad y las opciones de vida. Y una experiencia originaria de encuentro con
el Misterio que llamamos Dios vivo y con Jesús resucitado. Ese encuentro cambia
la vida y la forma de ver todas las cosas. Por la actitud de fe vemos que todo
está ligado y religado a Dios, como aquel Padre/Madre que ha creado todo,
acompaña todo y atrae todo para que todos puedan vivir con espíritu fraterno,
con cuidado de unos a otros y con cuidado de la naturaleza. Este amor social
constituye el mensaje central de la nueva encíclica del Papa Francisco Fratelli
tutti. La fe no sólo es buena para la eternidad, lo es también para este
mundo.
En
este sentido, la fe engloba también la política con P mayúscula
(política social) y con p minúscula (política partidaria). Siempre se
puede preguntar: ¿en qué medida la política, ya sea social o partidaria, es
instrumento para la realización de los bienes del Reino como el amor social, la
fraternidad sin fronteras, la justicia personal y social, la solidaridad y la
tolerancia? En qué medida la política crea las condiciones para que las
personas se abran a la cooperación y no se devoren unas a otras mediante la
competición sino en comunión unos con otros y con Dios. Esta es llamada en la
reciente encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti “la Política
Mejor”, que incluye el corazón, y también la ternura y la gentileza, como de
forma sorprendente se dice en ella.
La fe como una bicicleta
La
fe no es sólo una experiencia personal de encuentro con Dios y con Cristo en el
Espíritu. Se traduce concretamente en la vida. Es como una bicicleta, tiene dos
ruedas a través de las cuales se vuelve concreta: la rueda de la religión y la
rueda de la política.
La
rueda de la religión se realiza mediante la meditación, la oración, las
celebraciones, la lectura de la Biblia, incluso la popular, las
peregrinaciones, los sacramentos... en una palabra, por el culto.
Muchos
reducen la religión sólo a esta rueda, especialmente las cadenas de televisión
católicas. Estas son generalmente de un cristianismo meramente devocional, de
misas, santos, rosarios y de ética familiar. Casi nunca se habla de justicia
social, del drama de los millones de desempleados, del grito de los oprimidos
ni del grito de la Tierra. En este campo hay que comprometerse, tomar partido,
para escapar del cinismo ante una realidad con tantas iniquidades. Este tipo de
cristianismo hace difícil entender por qué Jesús fue preso, torturado, juzgado
y condenado a muerte en una cruz. Este tipo de cristianismo es un cristianismo
cómodo, como si Jesús hubiera muerto de viejo y rodeado de seguidores.
Más
grave es el tipo de fe proclamada por las iglesias neo-pentecostales con sus
televisiones y sus programas multitudinarios. Allí no se escucha nunca el
mensaje del Reino de amor, de justicia, de fraternidad y de perdón. Nunca se
escucha la palabra fundamental del Jesús histórico: “Bienaventurados los
pobres, porque vuestro es el Reino de Dios... ¡Ay de vosotros, ricos, porque ya
tuvisteis vuestro consuelo!” (Lc 6,20.24). En su lugar, se vuelve a un tipo de
lectura del Antiguo Testamento (raramente la tradición profética) en la que se
destacan los bienes materiales. No predican el evangelio del Reino, sino el
evangelio de la prosperidad material.
La
mayoría son pobres y, lógicamente, necesitan una infraestructura material
básica. Es el hambre real que martiriza a millones de creyentes. Pero “no sólo
de pan vive el ser humano”, dijo el Maestro. El ser humano tiene
fundamentalmente otro tipo de hambre: hambre de reconocimiento negado a las
mujeres, a los más humildes, a los negros, a los homoafectivos, a los LGBT;
hambre de belleza, de trascendencia; hambre de un Dios vivo que es un Dios de
ternura y amor hacia los más invisibles. Todo esto, esencia del mensaje del
Jesús histórico, no se escucha en las palabras de los pastores. La mayoría de
ellos son lobos con piel de oveja, ya que explotan la simple fe de los más
humildes para su propio beneficio. Y lo peor es que son políticamente
conservadores y hasta reaccionarios, actúan de forma partidista, normalmente,
apoyando a políticos de conducta dudosa, interfiriendo, como ocurre hoy en
Brasil, en la agenda del gobierno, indicando nombres para altos cargos. No
respetan la Constitución que prescribe la laicidad del Estado. El actual
presidente, que una vez fue católico, se aprovecha por conveniencia de estas
iglesias neo-pentecostales como base de apoyo para su gobierno de sesgo
reaccionario, autoritario y fascistoide.
Junto
a ellos, hay un grupo de católicos nostálgicos del pasado, conservadores que se
oponen incluso al Papa, al Sínodo Pan-Amazónico, utilizando verdaderas
mentiras, noticias falsas y otros ataques, por medio de sus youtubes. Pueden
ser católicos conservadores, pero nunca cristianos según la herencia de Jesús,
porque en esa herencia no cabe el odio, las mentiras y las calumnias que
difunden.
La
fe tiene una segunda rueda, la rueda de la política, es su lado
práctico. La fe se expresa mediante la práctica de la justicia, la solidaridad,
la denuncia de la opresión, la protesta y la práctica de la solidaridad sin
fronteras, el amor social y la fraternidad universal, como subraya el Papa en Fratelli
tutti (nº 6). Como puede verse, la política aquí es sinónimo de ética.
Tenemos que aprender a equilibrarnos en ambas ruedas para poder andar
correctamente.
Entre
los que viven una ética de solidaridad, de respeto y de búsqueda de la verdad,
hay muchos que se confiesan ateos. Admiran la figura de Jesús por su profunda
humanidad y su coraje para denunciar los males sociales y, por eso, sufrir
persecución y ser crucificado. El Papa Francisco lo enfatiza bien: prefiero
estos ateos éticos a los cristianos que son indiferentes al sufrimiento humano
y a las clamorosas injusticias del mundo. Aquellos que buscan la justicia y la
verdad están en el camino que termina en Dios, porque su verdadera realidad
divina es de amor y de verdad. Tales valores valen más que las muchas oraciones
si en ellas no están presentes la justicia, la verdad y el amor. El que es
sordo ante los sufrimientos humanos no tiene nada que decir a Dios y sus
oraciones no son escuchadas por Él.
En
las Escrituras judeocristianas la rueda de la política (ética) aparece más
importante que la rueda de la religión institucional (culto, cf. Mt 7,21-22;
9,13; 12:7; 21,28-31; Gál 5,6; Stg 2,14 y los profetas del AT). Sin ética, la
fe es vacía e inoperante. Son las prácticas y no las prédicas lo que
cuenta para Dios. De nada sirve decir “Señor, Señor”, y organizar así toda una
celebración y una aeróbica religiosa; más importante es hacer la voluntad del
Padre, que es amor, misericordia, justicia y perdón, todas ellas cosas
prácticas, por lo tanto, éticas (cf. Mt 7,21).
Por
ética en la política se entiende la dimensión de responsabilidad, la voluntad
de construir relaciones de participación y no de exclusión en todos los ámbitos
de la vida social. Significa ser transparente y aborrecer la corrupción. Hoy
día, problemas como el hambre, el desempleo, el deterioro general de las
condiciones de vida y la exclusión de las grandes mayorías son de naturaleza
social y política, y por lo tanto éticos. Aquí la fe debe mostrar su poder de
movilización y transformación (Fratelli tutti nº 166).
Política social (P) y política partidaria(p)
Como
dijimos anteriormente, hay dos tipos de política: una escrita con P
mayúscula y otra con p minúscula: Política social (P) y política
partidaria (p).
Política
social (P): es todo lo que concierne al bien común de la sociedad, o
bien es la participación de las personas en la vida social. Por ejemplo, la
organización de la salud, la red escolar, el transporte, la apertura y el
mantenimiento de las calles, el agua y el alcantarillado, etc., tiene que ver
con la política social, así como la lucha por conseguir un puesto de salud en el
barrio, reunirse para llevar la línea de autobuses hasta arriba del monte: todo
esto es política social. Definiéndolo brevemente podemos decir: política social
o política con P mayúscula es la búsqueda común del bien común.
Política
partidaria (p) : es la lucha por el poder del estado, para
conquistar el gobierno municipal, estatal y federal. Los partidos políticos
existen para alcanzar el poder del Estado, ya sea para cambiarlo (proceso
libertario), o para ejercerlo tal como está constituido (para gobernar el statu
quo existente). El partido, como la misma palabra dice, es parte y
parcela de la sociedad, no toda la sociedad. Cada partido tiene detrás los intereses
de grupos o clases que elaboran un proyecto, dirigido a toda la sociedad. Si
llegan al poder del Estado (gobierno) dirigirán las políticas públicas de
acuerdo con su programa y su visión particular de los problemas.
En
cuanto a la política de partidos, es importante que la persona de fe considere
los siguientes puntos:
-
¿Cuál es el programa del partido?
-
¿Cómo entra el pueblo en este programa? Si se ha discutido a nivel de
base; si satisface las demandas reales y urgentes del pueblo; si prevé la
participación popular a través de sus movimientos y organizaciones; si se le ha
escuchado en su concepción, implementación y control.
-
¿Quiénes son los candidatos que representan el programa? Qué biografía
tienen, si siempre han mantenido un vínculo orgánico con las bases, si son
verdaderos aliados y representantes de las causas de la justicia y la
transformación social con más justicia y derechos, o si quieren mantener las
relaciones sociales tal como están, con las contradicciones e incluso con las
iniquidades que encierran.
Hoy
en día, ante la ascensión del pensamiento conservador y fascistoide en Brasil y
en otros países del mundo, es necesaria la participación de cristianos
conscientes y comprometidos para recuperar la democracia en riesgo de ser
demolida, los derechos personales y sociales y también los derechos de la
naturaleza, devastada por la codicia del capital brasileño y mundial,
responsable, entre otros, de los grandes incendios de la Amazonia y del
Pantanal.
Estos
sencillos criterios bastan para comprender el perfil del partido y de los
candidatos, de derecha (si quieren mantener inalterada la relación de
fuerzas que favorece a los que están en el poder); de izquierda (si
pretenden cambios sustanciales para superar las estructuras perversas que
marginan a las grandes mayorías), o de centro (los partidos que
equilibran la izquierda y la derecha, buscando siempre ventajas para ellos
mismos y para los grupos que representan).
Para
los cristianos, es necesario analizar en qué medida estos programas están en
sintonía con el proyecto de Jesús y los apóstoles, cómo ayudan a la liberación
de los oprimidos y marginados, y en qué sentido abren espacio para la
participación de todos. Pero es importante destacar: la decisión partidista es
un asunto de cada conciencia y un cristiano sabe qué dirección tomar.
Dada
la coyuntura de exclusión social debida a la lógica del neoliberalismo, la
financiarización de la economía y del mercado, la fe apunta a una política
partidaria que debería revelar una dimensión popular y libertaria, de abajo
hacia arriba y de dentro hacia fuera, como ha proclamado el Papa Francisco a
los movimientos sociales populares y en la encíclica Fratelli tutti (nº
141-151). Esta política apunta a otro tipo de democracia: no sólo la democracia
representativa/delegada, sino una democracia participativa por la cual el
pueblo con sus organizaciones ayuda a discutir, decidir y orientar los asuntos
sociales.
Por
último, es importante inaugurar una democracia socio-ecológica que incorpore
como ciudadanos con derechos a ser respetados a la Tierra, a los ecosistemas y
a los seres de la creación con los que tenemos relaciones de interdependencia.
Todos somos los “Fratelli tutti” según las dos encíclicas del Papa Francisco, Laudato
Sì: sobre el cuidado de la Casa Común" y la reciente de 2020 Fratelli
tutti.
La
política partidaria, tiene que ver con el poder, que para ser fuerte quiere
tener siempre más poder. En esto hay un riesgo, el riesgo del totalitarismo de
la política, de politizar todas las cuestiones, de ver sólo la dimensión
política de la vida. Contra esto debemos decir que todo es político, pero la
política no lo es todo. La vida humana, personal y social, aparece con
otras dimensiones, como la afectiva, la estética, la lúdica y la religiosa.
Conclusión: la memoria peligrosa de Jesús
Los
cristianos pueden y deben participar en la política a todos los niveles, con P
mayúscula y con p minúscula. Su acción se inspira en el sueño de Jesús,
que implica un impulso de transformación de las relaciones sociales y
ecológicas, presentado con valentía en la encíclica Fratelli tutti. Sin
embargo, no debemos olvidar nunca que somos herederos de la memoria peligrosa y
libertaria de Jesús. Debido a su compromiso con el proyecto del Reino del amor,
de justicia, de intimidad filial con el Padre y, específicamente, debido a su
compasión con los humillados y ofendidos, fue llevado a la muerte en la cruz.
Resucitó para, en nombre del Dios de la vida, animar la insurrección contra una
política social y partidista que penaliza a los más pobres, elimina a los
profetas y persigue a los predicadores de una mayor justicia, y para fortalecer
a todos los que quieren una sociedad nueva con una relación de hermandad y
cuidado hacia la naturaleza, con todos los seres, amados como seres humanos, y
con el Dios de ternura y de bondad.
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