MÁS
En
los años de mi infancia se hizo familiar la pegadiza canción 'Todos queremos
más'. Viral, se dice ahora. Con algunos cientos de millones de oyentes en el
planeta. El que tiene uno quiere tener dos, el que tiene cuatro quiere tener
veinte y el que tiene cincuenta quiere tener cien. Ya sé que los versos no
riman. Lo escribí a propósito aunque sé muy bien que en la realidad funciona
siempre el MÁS. Alguien dirá que eso es el interés, el valor añadido, el ánimo
de lucro, el plus. No deseaba escribir 'plus, +', pero existe tanto y tantas
partes... Canal plus, tele plus, ultra plus, movistillas plus, cien
más...
Más
vitaminas
Más
sabor,
Más
color,
Más
rendimiento,
Más
descuento...
Más
y más y mucho más.
Siempre
más.
Más
que tú y que tú y que tú y... que todos.
Cuatro
cosas hay que nunca dicen basta, que siempre quieren más y más y más... Esto lo
cuenta en una de las páginas de la Biblia el 'sabio Agur': la tumba, la tierra
seca y el fuego. La cuarta se la guardó Agur en sus apuntes de Proverbios
30. La cuarta es el ser humano, hombre o mujer, insaciable siempre. Más y
más... Siempre más.
Más
grande,
Más
alto,
Más
fuerte,
Más
rápido,
Si
continúo con esta reflexión sé positivamente que acabaré al borde de la
depresión. Un puñado de mis neuronas me adelanta que un tal 'Menos' también
existe. ¿Más, menos? ¿Por equilibrio o por igualdad? ¡Por humanidad!
A
estas sendas del pensamiento me han traído en este día las palabras de una
parábola del Evangelista Mateo que hoy no se puede proclamar por atentar
directamente al sistema en el que nos queremos mover. Se mire como se mire
aquella parábola de los trabajadores de la viña siempre resultará sorprendente.
Bueno, ya lo dice la propia parábola. Todos los trabajadores se sorprendieron
con el 'saber hacer' o el 'ignorar hacer' de aquel curioso propietario de la
viña. Tiempo de vendimias es ahora por estos lares de los viñedos de España. Y
qué distintos los actuales propietarios de las viñas...
Aquel
curioso propietario sólo pagaba un denario. El sueldo de un día de trabajo. Se trabajara una pizca, un poco, una hora, media jornada o toda
completa. Un denario. Siempre un denario. A cada uno un denario. Y aquellos
trabajadores todos 'querían más', como los cantaores de las melodías de mi
infancia.
Creo
que me voy haciendo a la realidad del mensaje del Evangelio si en vez de 'más'
me voy acostumbrando a pensar y vivir con esa expresión,
típica también y muy popular, del 'más o menos'. Sólo así se hará
verdadera realidad que los últimos serán primeros y los primeros serán últimos,
'más o menos'.
Con
esto dicho y escrito, todo leyente de estos renglones puede adentrarse en la
viña de los comentarios que siguen a continuación.
Domingo 25º del TO. Ciclo A (20.09.2020): Mateo 20,1-16.
Primeros y últimos, ¿de qué? Lo
medito y escribo CONTIGO,
Para este domingo se nos propone la lectura, la
meditación crítica y la homilía ‘eucarística’ del texto de Mateo 20,1-16.
Una parábola que sólo nos cuenta este Evangelista. Otra parábola sobre la
realidad de la presencia del Reino. ¿No fueron suficientes las parábolas del
capítulo decimotercero para decirnos qué es ese Reino-Reinado de Dios? ¡Una
parábola anti-sistema!
El domingo pasado nos leímos y comentamos la
parábola última del capítulo decimoctavo de este Evangelio. Y ahora, en un
salto invisible e increíble sobre el silencio del decimonoveno capítulo que
nunca se le lee al pueblo, nos acercamos al final de la segunda etapa del
camino de subida desde Galilea hasta Jerusalén. Camino de subida de Jesús y del
seguimiento de cuantas personas acompañan al laico de Nazaret llamado Jesús.
“Por eso, con el Reino de los Cielos sucede lo
mismo que con el dueño de una hacienda que salió muy de mañana a contratar
trabajadores para su viña” (Mt 20,1). Así es el comienzo de la parábola que
leemos en las celebraciones de este domingo. De este texto deseo llamar la
atención sólo de las dos primeras palabras que nunca se nos leerán en la
liturgia: “Por eso”; o ‘En efecto’, que traducen otros; o, ‘Porque’,
como escriben otros... En el texto original griego, el Evangelista escribió una
partícula a modo de hilo de sutura que une el texto de esta parábola con el
relato anteriormente contado en el final de Mateo 19.
¿Tan importante es esta ‘partícula de sutura’, de
unión, de inter-conexión? A mí me parece que sí. Por eso, lo comento. Y por
ello transcribo aquí ese final que es el contexto en el que se debe comprender
la llamada parábola de ‘los obreros contratados para la viña’: “Hay muchos
primeros que serán últimos y muchos últimos que serán primeros” (Mt 19,30).
Precisamente este mismo mensaje cierra y concluye la parábola, como se lee en
Mateo 20,16.
En la parábola ‘los primeros’ son los
trabajadores contratados a primera hora del día y ‘los últimos’ son los
contratados cuando se acaba la jornada de trabajo. Tanto unos como otros,
trabajadores de la viña, reciben el salario de un día de trabajo. Un denario.
En nuestros esquemas del ámbito laboral y del ánimo de lucro cada uno recibe el
salario según las horas del día o del trabajo realizado. La parábola de
entonces no encaja en los esquemas de ahora.
Siempre que paseo mis neuronas por el tejido de
esta parábola recuerdo la imagen del gran cementerio judío situado en la bajada
del Monte de los Olivos hacia el Torrente Cedrón mientras se camina con los
ojos puestos en la ciudad de Jerusalén. A ambos lados del torrente se contempla
el cementerio y le explican a uno que todo ‘buen judío’ aspira a tener su tumba
de enterramiento en este lugar porque en el día final de la historia cuantos
allí descansan serán los primeros en ver y poder entrar en la nueva Jerusalén
del Cielo. Hay que hacer todo lo posible por estar ahí, a la espera y
levantarse para ocupar los primeros sitios en ¡la gloria judía!
¿Existe alguna religión, de las de antes como la
de los faraones o de las actuales y en auge, en la que no haya estratificación
entre los primeros o los de arriba y los últimos o los de abajo? Ninguna. Y en
la que decimos la nuestra, ¿por qué se habla tanto de santos de peana y corona?
Carmelo Bueno Heras
Domingo 43º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’
(20.09.2020): Hch 24,1-21
“Ellos sí escucharán” (Hechos
28,28-29)
Continúa el narrador Lucas contando a sus
lectores que su Pablo sigue retenido, apresado y custodiado por las gentes de
Roma en la ciudad de Cesarea del Mar. Adelanto que aquí y así va a continuar
durante más tiempo del que imaginaba Pablo o se imagina ahora el lector.
“Al cabo de cinco días el Sumo Sacerdote
Ananías bajó a Cesarea con algunos ancianos y un abogado... y presentaron ante
el gobernador querella contra Pablo” (Hch 24,1). Así es como sigue la
narración de Lucas sobre ‘la pasión de su Pablo’. El Evangelista contó en la
primera parte de su obra ‘la pasión de su Jesús de Nazaret’. Las semejanzas y
diferencias de ambos relatos de la pasión de uno y de otro son muy evidentes,
pero es necesario leer muy despacio.
Para el comentario en esta página me pareció
oportuno quedarnos sólo con el texto de Hechos 24,1-21. Dos apartados
componen esta narración de los hechos primeros sobre el juicio al que se ha ido
empujando el propio Pablo en el intento de salvar su vida y su identidad de
romano.
El apartado primero lo reconocemos en Hch
24,2-9. El abogado judío llamado Tértulo presenta la querella contra Pablo
ante la autoridad romana actual en Cesarea del Mar que no es otra que el
gobernador Félix. Me impresiona como lector la precisa investigación de Lucas.
El segundo apartado lo reconocemos en Hch
24,10-21: “Cuando el gobernador le invitó a que hablara, Pablo
respondió". ¿Estuvo Lucas en este juicio? ¿Cómo se guardaron sus
palabras?
El cronista nos cuenta los hechos de manera
ordenada. La autoridad de Roma en el centro y, a ambos lados, la acusación y el
acusado. Tanto el uno como el otro, acusador y acusado, pertenecen a la única
realidad que es ‘la ley de los judíos’. Esta única escena nunca la contó el
propio Lucas en el desarrollo de la pasión de Jesús. En el proceso de Jesús
hubo dos juicios: el judío o religioso en un momento y posteriormente el juicio
político o romano. Cada lector juzgará la mucha o poca importancia de este dato
tan distinto en ambos procesos de la pasión.
Si se analizan detenidamente las palabras de la
acusación del abogado judío Tértulo se constatará que, de entrada, se acepta en
toda su extensión la presencia de Roma que garantiza la paz, la justicia y la
convivencia entre las personas por encima de otras realidades como puede serlo
en este caso las cuestiones religiosas (Hch 24,2-4). Otro tanto se puede
constatar en las primeras palabras pronunciadas por Pablo al comienzo de su
defensa (Hch 24,10b). Otra vez, según ya hemos leído, nuestro Evangelista Lucas
confirma en esta crónica de los Hechos la misión de Roma de establecer la paz
en la convivencia entre sus ciudadanos.
En este juicio, los judíos acusan a Pablo de ser
una persona perniciosa para los judíos del mundo entero por ser el cabecilla de
la secta de ‘los nazarenos’. En cambio, este Pablo del Evangelista afirma
servir a Dios y creer en todo lo escrito en la Ley y los Profetas. Concluye su
defensa con estas muy significativas palabras: “Si hoy me juzgan ante
vosotros es por la resurrección de los muertos” (Hch 24,21). ¿No era éste
el asunto central que enfrentaba a los judíos saduceos (los de la sola LEY
escrita) contra los fariseos (los de la LEY escrita y ¡la oral!)?
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