domingo, 20 de septiembre de 2020

Domingo 25º del TO. Ciclo A (20.09.2020): Mateo 20,1-16. Primeros y últimos, ¿de qué? y Domingo 43º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (20.09.2020): Hch 24,1-21 “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

 MÁS

En los años de mi infancia se hizo familiar la pegadiza canción 'Todos queremos más'. Viral, se dice ahora. Con algunos cientos de millones de oyentes en el planeta. El que tiene uno quiere tener dos, el que tiene cuatro quiere tener veinte y el que tiene cincuenta quiere tener cien. Ya sé que los versos no riman. Lo escribí a propósito aunque sé muy bien que en la realidad funciona siempre el MÁS. Alguien dirá que eso es el interés, el valor añadido, el ánimo de lucro, el plus. No deseaba escribir 'plus, +', pero existe tanto y tantas partes... Canal plus, tele plus, ultra plus, movistillas plus, cien más... 

Más vitaminas

Más sabor,

Más color,

Más rendimiento,

Más descuento...

Más y más y mucho más.

Siempre más.

Más que tú y que tú y que tú y... que todos.

Cuatro cosas hay que nunca dicen basta, que siempre quieren más y más y más... Esto lo cuenta en una de las páginas de la Biblia el 'sabio Agur': la tumba, la tierra seca y el fuego. La cuarta se la guardó Agur en sus apuntes de Proverbios 30. La cuarta es el ser humano, hombre o mujer, insaciable siempre. Más y más... Siempre más. 

Más grande,

Más alto,

Más fuerte,

Más rápido,

Si continúo con esta reflexión sé positivamente que acabaré al borde de la depresión. Un puñado de mis neuronas me adelanta que un tal 'Menos' también existe. ¿Más, menos? ¿Por equilibrio o por igualdad? ¡Por humanidad!

A estas sendas del pensamiento me han traído en este día las palabras de una parábola del Evangelista Mateo que hoy no se puede proclamar por atentar directamente al sistema en el que nos queremos mover. Se mire como se mire aquella parábola de los trabajadores de la viña siempre resultará sorprendente. Bueno, ya lo dice la propia parábola. Todos los trabajadores se sorprendieron con el 'saber hacer' o el 'ignorar hacer' de aquel curioso propietario de la viña. Tiempo de vendimias es ahora por estos lares de los viñedos de España. Y qué distintos los actuales propietarios de las viñas...

Aquel curioso propietario sólo pagaba un denario. El sueldo de un día de trabajo. Se trabajara una pizca, un poco, una hora, media jornada o toda completa. Un denario. Siempre un denario. A cada uno un denario. Y aquellos trabajadores todos 'querían más', como los cantaores de las melodías de mi infancia.

Creo que me voy haciendo a la realidad del mensaje del Evangelio si en vez de 'más' me voy acostumbrando a pensar y vivir con esa expresión, típica también y muy popular, del 'más o menos'. Sólo así se hará verdadera realidad que los últimos serán primeros y los primeros serán últimos, 'más o menos'.

Con esto dicho y escrito, todo leyente de estos renglones puede adentrarse en la viña de los comentarios que siguen a continuación.

     

Domingo 25º del TO. Ciclo A (20.09.2020): Mateo 20,1-16.

Primeros y últimos, ¿de qué? Lo medito y escribo CONTIGO,

 

Para este domingo se nos propone la lectura, la meditación crítica y la homilía ‘eucarística’ del texto de Mateo 20,1-16. Una parábola que sólo nos cuenta este Evangelista. Otra parábola sobre la realidad de la presencia del Reino. ¿No fueron suficientes las parábolas del capítulo decimotercero para decirnos qué es ese Reino-Reinado de Dios? ¡Una parábola anti-sistema!

 

El domingo pasado nos leímos y comentamos la parábola última del capítulo decimoctavo de este Evangelio. Y ahora, en un salto invisible e increíble sobre el silencio del decimonoveno capítulo que nunca se le lee al pueblo, nos acercamos al final de la segunda etapa del camino de subida desde Galilea hasta Jerusalén. Camino de subida de Jesús y del seguimiento de cuantas personas acompañan al laico de Nazaret llamado Jesús.

 

“Por eso, con el Reino de los Cielos sucede lo mismo que con el dueño de una hacienda que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viña” (Mt 20,1). Así es el comienzo de la parábola que leemos en las celebraciones de este domingo. De este texto deseo llamar la atención sólo de las dos primeras palabras que nunca se nos leerán en la liturgia: “Por eso”; o ‘En efecto’, que traducen otros; o, ‘Porque’, como escriben otros... En el texto original griego, el Evangelista escribió una partícula a modo de hilo de sutura que une el texto de esta parábola con el relato anteriormente contado en el final de Mateo 19.

 

¿Tan importante es esta ‘partícula de sutura’, de unión, de inter-conexión? A mí me parece que sí. Por eso, lo comento. Y por ello transcribo aquí ese final que es el contexto en el que se debe comprender la llamada parábola de ‘los obreros contratados para la viña’: “Hay muchos primeros que serán últimos y muchos últimos que serán primeros” (Mt 19,30). Precisamente este mismo mensaje cierra y concluye la parábola, como se lee en Mateo 20,16.

 

En la parábola ‘los primeros’ son los trabajadores contratados a primera hora del día y ‘los últimos’ son los contratados cuando se acaba la jornada de trabajo. Tanto unos como otros, trabajadores de la viña, reciben el salario de un día de trabajo. Un denario. En nuestros esquemas del ámbito laboral y del ánimo de lucro cada uno recibe el salario según las horas del día o del trabajo realizado. La parábola de entonces no encaja en los esquemas de ahora.

 

Siempre que paseo mis neuronas por el tejido de esta parábola recuerdo la imagen del gran cementerio judío situado en la bajada del Monte de los Olivos hacia el Torrente Cedrón mientras se camina con los ojos puestos en la ciudad de Jerusalén. A ambos lados del torrente se contempla el cementerio y le explican a uno que todo ‘buen judío’ aspira a tener su tumba de enterramiento en este lugar porque en el día final de la historia cuantos allí descansan serán los primeros en ver y poder entrar en la nueva Jerusalén del Cielo. Hay que hacer todo lo posible por estar ahí, a la espera y levantarse para ocupar los primeros sitios en ¡la gloria judía!

 

¿Existe alguna religión, de las de antes como la de los faraones o de las actuales y en auge, en la que no haya estratificación entre los primeros o los de arriba y los últimos o los de abajo? Ninguna. Y en la que decimos la nuestra, ¿por qué se habla tanto de santos de peana y corona?

Carmelo Bueno Heras

 

Domingo 43º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (20.09.2020): Hch 24,1-21

“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

 

Continúa el narrador Lucas contando a sus lectores que su Pablo sigue retenido, apresado y custodiado por las gentes de Roma en la ciudad de Cesarea del Mar. Adelanto que aquí y así va a continuar durante más tiempo del que imaginaba Pablo o se imagina ahora el lector.

 

“Al cabo de cinco días el Sumo Sacerdote Ananías bajó a Cesarea con algunos ancianos y un abogado... y presentaron ante el gobernador querella contra Pablo” (Hch 24,1). Así es como sigue la narración de Lucas sobre ‘la pasión de su Pablo’. El Evangelista contó en la primera parte de su obra ‘la pasión de su Jesús de Nazaret’. Las semejanzas y diferencias de ambos relatos de la pasión de uno y de otro son muy evidentes, pero es necesario leer muy despacio.

 

Para el comentario en esta página me pareció oportuno quedarnos sólo con el texto de Hechos 24,1-21. Dos apartados componen esta narración de los hechos primeros sobre el juicio al que se ha ido empujando el propio Pablo en el intento de salvar su vida y su identidad de romano.

 

El apartado primero lo reconocemos en Hch 24,2-9. El abogado judío llamado Tértulo presenta la querella contra Pablo ante la autoridad romana actual en Cesarea del Mar que no es otra que el gobernador Félix. Me impresiona como lector la precisa investigación de Lucas.

 

El segundo apartado lo reconocemos en Hch 24,10-21: “Cuando el gobernador le invitó a que hablara, Pablo respondió". ¿Estuvo Lucas en este juicio? ¿Cómo se guardaron sus palabras?

 

El cronista nos cuenta los hechos de manera ordenada. La autoridad de Roma en el centro y, a ambos lados, la acusación y el acusado. Tanto el uno como el otro, acusador y acusado, pertenecen a la única realidad que es ‘la ley de los judíos’. Esta única escena nunca la contó el propio Lucas en el desarrollo de la pasión de Jesús. En el proceso de Jesús hubo dos juicios: el judío o religioso en un momento y posteriormente el juicio político o romano. Cada lector juzgará la mucha o poca importancia de este dato tan distinto en ambos procesos de la pasión.

 

Si se analizan detenidamente las palabras de la acusación del abogado judío Tértulo se constatará que, de entrada, se acepta en toda su extensión la presencia de Roma que garantiza la paz, la justicia y la convivencia entre las personas por encima de otras realidades como puede serlo en este caso las cuestiones religiosas (Hch 24,2-4). Otro tanto se puede constatar en las primeras palabras pronunciadas por Pablo al comienzo de su defensa (Hch 24,10b). Otra vez, según ya hemos leído, nuestro Evangelista Lucas confirma en esta crónica de los Hechos la misión de Roma de establecer la paz en la convivencia entre sus ciudadanos.

                                                                                                                                                   

En este juicio, los judíos acusan a Pablo de ser una persona perniciosa para los judíos del mundo entero por ser el cabecilla de la secta de ‘los nazarenos’. En cambio, este Pablo del Evangelista afirma servir a Dios y creer en todo lo escrito en la Ley y los Profetas. Concluye su defensa con estas muy significativas palabras: “Si hoy me juzgan ante vosotros es por la resurrección de los muertos” (Hch 24,21). ¿No era éste el asunto central que enfrentaba a los judíos saduceos (los de la sola LEY escrita) contra los fariseos (los de la LEY escrita y ¡la oral!)?

Carmelo Bueno Heras

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