lunes, 7 de septiembre de 2020

Santos del día 7 de septiembre

Santos del día 7 de septiembre
Septimo Idus septembris
   Santa Regina, mártir (2 coms.)   
En Alesia, en el territorio de los eduos, en la Galia, santa Regina, mártir.
En Pompeyópolis, de Cilicia, san Sozonte, mártir.
En Benevento, de la Campania, santos mártires Festo, diácono, y Desiderio, lector.
En Orleans, en la Galia Lugdunense, san Evorcio, obispo.
En Aosta, en los Alpes Grayos, san Grato, obispo.
En Breuil, de la Galia Trecense, santos Memorio (antes Nemorio) y compañeros, mártires, según la tradición, bajo Atila, rey de los hunos.
En Châlons, en la Galia Lugdunense, san Alpino, obispo, discípulo de san Lupo de Troyes.
En la localidad de Nogent, territorio de París, también en la Galia, san Clodoaldo, presbítero, de estirpe regia, que, asesinados sus padres y hermanos y tutelado por su abuela, santa Clotilde, se hizo clérigo y renunció al reino terreno.
En Albi, de Aquitania, santa Carísima, virgen de vida recluida.
En Maubeuge, en la región de Hainaut, en Austrasia, santa Madelberta, abadesa, sucesora de su hermana santa Adeltruda.
En Flandes, conmemoración de san Hilduardo, obispo.
En Toul, de la Lotaringia, san Gauzlino, obispo, promotor de la vida monástica.
En Gubbio, en la Umbría, san Juan de Lodi, obispo, acompañante de san Pedro Damiano en legaciones.
En Die, en Francia, san Esteban de Chatillon, obispo, que, sacado de la soledad cenobítica de la Cartuja de Les Portes (Belley), presidió la Iglesia con gran diligencia y sin menoscabo de su austeridad cartujana.
En Kosice, en los montes Cárpatos, santos mártires Marcos Crisino, presbítero de Esztergom, Esteban Pongracz y Melchor Grodziecki, presbíteros de la Orden de la Compañía de Jesús, a quienes ni el hambre, ni las máquinas, ni los tormentos del fuego les hicieron abjurar de la fe católica.
En Nagasaki, en Japón, beatos mártires Tomás Tsuji, presbítero jesuita, Luis Maki y su hijo Juan, condenados al fuego a causa de su fe cristiana.
En Londres, en Inglaterra, beatos Randulfo Corby, jesuita, y Juan Duckett, presbíteros y mártires, que, en tiempo del rey Carlos I, fueron condenados a muerte en el patíbulo de Tyburn por haber entrado en Inglaterra como sacerdotes, y alcanzaron, así, la palma celestial.
En una nave anclada frente a Rochefort, en Francia, beatos Claudio Bernabé Laurent de Mascloux y Francisco d'Oudinot de la Boissière, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa fueron detenidos por ser sacerdotes, y por Cristo murieron enfermos por el hambre.
En la isla de Woodlark, en Papua-Nueva Guinea, en Oceanía, beato Juan Bautista Mazzucconi, presbítero del Instituto de Milán para Misiones Extranjeras y mártir, que después de dos años evangelizando, ya exhausto por fiebres y llagas, fue decapitado por quienes odiaban la fe.
En Parma, ciudad de Emilia-Romaña, en Italia, beata Eugenia Picco, virgen de la Congregación de Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que, entregada al cumplimiento de la voluntad de Dios, promovió la dignidad de la mujer y se dedicó a la formación de las religiosas.
En Powazki, Polonia, beato Ignacio Klopotowski, presbítero y fundador de la Congregación de Religiosas de la Bienaventurada Virgen María de Loreto.
En Gandía, ciudad de la provincia de Valencia, en España, beata Ascensión de San José de Calasanz Lloret Marco, virgen del Instituto de Hermanas de las Escuelas Cristianas y mártir, que culminó su vida terrena, en la persecución contra la Iglesia, afirmando su fe religiosa.

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