EL SACRAMENTO EUCARÍSTICO.
Capítulo
VIII: OFRECIMIENTO DE CRISTO EN LA CRUZ Y NUESTRA ENTREGA A ÉL.
Jesucristo:
1. Tal como yo me ofrecí espontáneamente a Dios Padre por tus pecados con los brazos extendidos en la cruz y el cuerpo desnudo de manera que nada me quedó que no pasara a Dios en sacrificio total, así debes tú ofrecerte voluntariamente a Mí cada día en la Santa Cena en entrega pura y santa con todas las fuerzas y el afecto que más íntimamente puedas. ¿Qué más espero de ti que te esfuerces por dedicarte íntegramente a Mí?. Considero en nada lo que me des fuera de Tí porque no quiero tu don sino a tí mismo. Como no te bastarían todas las cosas sin Mí, igualemente no puede gustarme a Mí lo que me des si tú no te entregas. Ofrécete a Mí y date todo por Dios y entonces será aceptable tu oblación. Yo me entregué totalmente al Padre por ti di todo mi Cuerpo y mi Sangre como alimento para ser todo tuyo, y que tú permanezcas mío. Pero si tú estás pegado a ti mismo y no te ofreces espontánemanete a mi voluntad no es completa tu entrega ni será íntegra la unión entre nosotros. Por eso la oblación espontánea de Tí mismo en las manos de Dios debe ir delante de todas tu acciones si quieres conseguir libertad y gracia. Muy pocos llegan por eso a estar iluminados y liberados por dentro porque no saben renunciar del todo a sí mismos. Es auténtica mi frase: "Quien no renuncia a todo no puede ser mi discípulo" (Lc 16,32). Tú en cambio, si optas por ser mi discípulo ofrécete tú mismo a Mí con todo tu afecto.
Capítulo
IX: NUESTRO OFRECIMIENTO TOTAL A DIOS.
Discípulo:
1. Señor, es tuyo todo lo que existe en el Universo. Deseo yo mismo ofrecerme a Ti en espontánea oblación y permanecer tuyo perpetuamente. Señor, en la sencillez de mi corazón, me ofrezco a Ti hoy día como servidor para siempre en obsequio y en sacrificio perpetuo de alabanza. Recíbeme con la santa oblación de tu Precioso Cuerpo, que hoy te ofrezco en la invisible presencia de los ángeles. Para que aproveche para mi salvación y la de todo tu pueblo.
2. Señor, te presento también sobre el altar de tu misericordia todos mis pecados y delitos que he cometido en tu presencia y en la que tus santos ángeles desde el primer día que pude pecar hasta ahora para que todo malo lo enciendas y consumas con el fuego de tu amor, y borres todas las manchas de mis pecados y purifiques mi conciencia de todo delito, me restituyas tu gracias que perdí pecando me perdones plenamente y me recibas misericordiosamente con un beso de paz.
3. ¿Qué puedo hacer por mis pecados sino reconocerlos y lamentarlos con humildad y suplicar ininterrumpidamente tu benevolencia?. Te lo suplico, escúchame con bondad ya que me encuentro frente a Ti, Dios mío. Todos mis pecados me desagradan al máximo no quiero jamás volver a cometerlos pero por lo que hice me apeno y me apenaré, mientras viva estoy dispuesto a hacer penitencia y a satisfacer según mis fuerzas. Olvida, Señor, olvida mis pecados por tu Santo Nombre salva mi vida que rescataste con tu Preciosa Sangre. Me encomiento a tu Misericordia me pongo en tus manos; haz conmigo conforme con tu Volunad, no según mi malicia e injusticia.
4. Te ofrezco también todo lo bueno que he hecho aunque sea poco e incompleto, para que Tú lo restaures y santifiques, lo recibas con agrado, lo hagas digno de Ti y siempre lo conviertas en mejor para que a mí, pobre e inútil persona, no dejes de conducirme al feliz y saludable Fin.
5. Te ofrezco igualmente todos los piadosos deseos de las personas religiosas, las necesidades de parientes, amigos, hermanos y hermanas que más aprecio y de todos los que a mí y a otros benefician por amor a Ti y por quienes desearon y pidieron que yo rezara u ofreciera la Eucaristía por ellos y por suyos sea que todavía estén vivos o ya hayan fallecido para que todos sientan el auxilio de tu gracia, la abundancia de tu consuelo, la protección en los pelgiros, la liberación de las penas futuras, y para que, finalmente, arrancados de todos los males puedan, felices, agradecerte como es debido.
6. Te ofrezco además oraciones y sacrificios especialmente por quienes de alguna forma me perjudicaron, entristecieron o insultaron me ocasionaron algún daño u ofensa; así mismo, por todos aquellos a los que alguna vez entristecí, desconcerté, agravié y escandalicé con palabras y actitudes, consciente o inconscientemente; para que a todos nosotros por igual perdones nuestros pecados y nuestras ofensas. Quita, Señor, de nuestros corazones toda suspicacia, indignación, ira y controversia y lo que pueda lesionar la caridad o disminuir el afecto fraterno. Compadécete, compadécete Señor otorga tu misericordia a quienes te la piden da tu gracia a los necesitados y haz que nosotros vivamos de manera que seamos dignos de gozar enteramente de tu gracia y de alcanzar la Vida eterna. Así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario