jueves, 10 de septiembre de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.


Capítulo XXXVII
PURA E ÍNTEGRA ENTREGA
 PARA OBTENER LA LIBERTAD DE CORAZÓN.


Jesucristo:
1. Hijo, déjate a ti y me encontrarás a Mí. Vive sin escoger y apropiarte de las cosas y ganarás siempre. Porque se te adjudicará gracia más amplia en cuanto te entregues y no te retraigas.

Discípulo:

2. Señor, ¿cuantas veces me entregaré?; ¿en qué deberé abandonarme?.

Jesucristo:
3. Siempre y a toda hora. Igual en lo poco que en lo mucho. Sin exceptuar nada, porque en todo te quiero encontrar libre. De otro modo ¿cómo podrás ser todo mío y Yo tuyo si no se te quita la propia voluntad, interna y externamente?. Cuanto antes hagas esto, tanto mejor te irá, y cuanto más completa y sinceramente, tanto más me agradarás y más ampliamente ganarás. Hay quien se entrega pero con alguna excepción: no confía pues plenamente en Dios y trabaja en proveerse a sí mismo. Hay quien primero se ofrece totalmente pero después, presionado por la tentación, regresa a sus propios intereses y progresa poquísimo en la virtud. Estos nunca arribarán a la verdadera libertad del corazón puro ni a la feliz compañía de mi gracia si no vuelven a la total entrega y cotidiana inmolación que prometieron primero sin lo cual no pueden gozar ni gozarán de la unión conmigo.

4. Muchísimas veces te dije, y ahora te repito: Entrégate, abandónate y gozarás de gran paz interior. Dalo todo por el Todo: nada busques, nada exijas estabilízate simplemente y sin dudar en Mí y me tendrás. Serás libre de corazón y la oscuridad no te ofuscará. A esto dirige tus esfuerzos, por esto reza, esto desea: poder verte libre de toda propiedad y desnudo seguir a Jesús desnudo, morir a ti mismo para vivir eternamente para Mí. Entonces se desvanecerán todas las vacías imaginaciones, las perturbaciones inicuas y los cuidados superfluos. Entonces también desaparecerá el temor exagerado y morirá el amor desordenado.


Capítulo XXXVIII
ORGANIZAR BIEN LA PROPIA VIDA
 Y RECURRIR A DIOS EN LOS PELIGROS.


Jesucristo:
1. Hijo, en cualquier parte y en toda actividad u ocupación externa, debes procurar con ahínco ser libre interiormente y dueño de ti mismo y que todas las cosas estén sometidas a ti, y no tú bajo ellas; para que seas señor y director de todas ellas, no esclavo ni vendido sino más bien como los liberados y verdaderos hebreos que pasan a la condición de hijos de Dios; que están por encima de las realidades presentes y esperan las futuras; que miran despectivamente las cosas transitorias y con interés las del cielo, que no se dejan dominar por las presentes sino que más bien ellos las atraen para utilizarlas con provecho porque están orientadas a Dios e instituidas por el supremo Artífice que no dejó nada sin objetivo en la creación.

2. Si estás firme en todo acontecimiento y no juzgas de él según la apariencia externa ni consideras sin fe lo que ves u oyes sino que en cualquier situación entras, como Moisés, en el tabernáculo, para consultar al Señor, oirás a veces la divina respuesta y regresarás instruido sobre muchas cosas presentes y futuras. Siempre pues recurrió Moisés al tabernáculo en dudas y problemas y acudió al auxilio de la oración para sustraerse de los peligros y las maldades de las personas. Así, tú debes penetrar en lo más secreto de tu corazón implorando intensamente la ayuda de Dios. Por eso se lee que Josué y los hijos de Israel fueron engañados por los gabaonitas porque no consultaron primero con Dios sino que, demasiado crédulos de palabras suaves fueron embaucados por falsa piedad.

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