viernes, 4 de septiembre de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.


Capítulo XXIII
CUATRO COSAS
 QUE PRODUCEN PAZ.


Jesucristo:
1. Hijo, ahora te enseñaré el camino de la paz y de la verdadera libertad.

Discípulo:
Haz, Señor, lo que dices, porque escucharlo es muy agradable para mí.

Jesucristo:
Procura, hijo, hacer antes la voluntad ajena que la propia. Elige siempre tener menos y no más. Busca siempre el último lugar, y estar sometido a otros. Escoge y siempre reza para que la voluntad de Dios se cumpla íntegramente en Ti. Así se ingresa en los términos de la paz y la quietud.

Discípulo:
2. Señor, tu sermón es corto pero contiene mucha perfección. Lacónico en las palabras pero lleno de sentido y abundante fruto. Si yo pudiera cumplirlo fielmente no debería brotar en mí con tanta facilidad el desconcierto. Porque cada vez que me siento inquieto y deprimido descubro que me he apartado de ésta enseñanza. Pero Tú que todo lo puedes y siempre buscas mi provecho otórgame mayores gracias para que pueda cumplir tu doctrina y conseguir mi salvación.

3. Oración contra los malos pensamientos: Señor Dios mío, no te retires de mí, Dios mío, ven a auxiliarme (Sal 71,12) porque se han levantado dentro de mí diversos pensamientos y grandes temores me afligen. ¿Cómo los atravesaré ileso? ¿Cómo los destruiré?. Tú dices que irás delante de mí y humillarás a los arrogantes de la Tierra (Is 45,2). Abrirás la puerta de la cárcel y me revelarás los secretos. Haz, Señor, como dices para que huyan ante Mí todos mis inicuos pensamientos. Mi esperanza y único alivio es correr a Ti, en toda dificultad confiar en Ti, invocarte desde lo más íntimo, y esperar con paciencia tu consuelo.

4. Oración para pedir que la inteligencia se ilumine: Alúmbrame, Buen Jesús, con la claridad de la luz interior y quita de la habitación de mi corazón toda tiniebla. Cohibe las muchas divagaciones y destroza las tentaciones que me encadenan. Lucha con fuerza por mí y ahuyenta las malas bestias como llamo a los seductores deseos deshonestos; para que se haga la paz gracias a Ti y resuenen con abundancia las alabanzas en el santo palacio es decir, en la conciencia pura. Manda al viento y a las tempestades, y dile al mar: ¡Calla! y al ventarrón: ¡No soples! y se producirá una gran calma. (Mc 4,39). Emite tu luz y tu verdad (Sal 43,3) para que brillen sobre la tierra porque está árida y vacía hasta que Tú la ilumines. Derrama tu gracia desde arriba, empapa mi corazón con el rocío del Cielo, distribuye el agua de la devoción para irrigar toda la tierra y que produzca frutos buenos y óptimos. Levanta el ánimo oprimido por la mole de los pecados orienta todo mi deseo hacia el Cielo para que saboreando la suavidad de la superior felicidad me cause fastidio pensar en lo terreno. Quítame y arráncame del transitorio consuelo de las criaturas porque ninguna cosa creada puede calmar y consolar mi deseo plenamente. Úneme a Ti con el vínculo inseparable del amor porque sólo Tú bastas al que te ama, y fuera de Tí todo carece de importancia.


Capítulo XXIV
EVITAR LA CURIOSIDAD
 SOBRE LAS VIDAS AJENAS.


Jesucristo:
1. Hijo, no seas curioso ni te preocupes de cosas impertinentes. ¿Qué te importa esto o aquello? (Jn 21,22) Tú sígueme. ¿Qué te importa que alguien sea de ésta o de otra manera o que viva o hable de uno u otro modo?. No necesitas responder por otro sino dar razón de ti mismo. ¿Por qué, pues, te entrometes?. Yo a todos conozco y veo al mismo tiempo todo lo que sucede, y sé de qué manera es cada uno, qué piensa, qué quiere y a qué objetivo se dirige su intención; por eso, se me deben encomendar todas las cosas. Tú más bien consérvate en buena paz y deja agitarse el agitador cuanto quiera; sobre él vendrá todo lo que haga o diga porque no puede engañarme.

2. No te preocupes del prestigio de un gran hombre ni de las recomendaciones de muchos, ni del afecto especial de una persona. Todas estas cosas producen distracciones y grandes oscuridades en el corazón. Con gusto te dirigiré mis palabras y te revelaré lo oculto si esperas atentamente mi venida y me abres tu corazón. Estáte preparado, permanece en oración y humíllate en todo.

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