jueves, 17 de septiembre de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

 PARTE TERCERA

FELICIDAD ESPIRITUAL.



Capítulo XLIX
EL DESEO DE LA VIDA
 ETERNA Y LOS BIENES PROMETIDOS ALOS ESFORZADOS.


Jesucristo:
1. Hijo, cuando sientes que te viene algún deseo de la eterna felicidad, y anhelas salir de la habitación de tu cuerpo para poder contemplar mi claridad sin sombra de cambio, abre tu corazón y recibe con todo amor esta santa inspiración. Agradece ampliamente a la Suprema Bondad que se ha dignado actuar así contigo, visitarte con clemencia, estimularte con calor, levantarte vigorosamente para que no caigas a tierra por tu propio peso. Porque no recibes esto porque se te ocurre o por tu propio esfuerzo sino únicamente por la voluntad de la Gracia superior y el agrado divino, para que progreses en las virtudes y en mayor humildad te prepares a los futuros combates, te unas a Mí de todo corazón por el afecto y con ardorosa voluntad te dediques a servirme.

2. Hijo, muchas veces arde el fuego pero no sube la llama sin humo. Así, los deseos de algunos se encienden por las cosas del Cielo y sin embargo no están del todo libres de la tentación del afecto humano. Y por eso no actúan exclusivamente por el honor de Dios, aunque lo piden tan insistentemente. Así suele ser con frecuencia tu deseo que quizás insinuaste tan importunamente. No es, pues, puro y perfecto lo que está penetrado por la propia conveniencia.

3. Pide, no lo que es para ti agradable y conveniente sino lo que es para Mí aceptable y honorífico porque si juzgas rectamente debes preferir mi voluntad a tu deseo y todo lo deseado. Conozco tus deseos y escucho tus frecuentes quejidos. Ya quieres estar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Ya te deleita la Casa eterna y la Patria del cielo plena de alegría pero todavía no ha llegado la oportunidad; aún falta otro tiempo, tiempo de pena, tiempo de trabajo y de prueba. Deseas alcanzar el máximo Bien pero por ahora no puedes conseguirlo. Yo soy, dice el Señor; espérame hasta que venga el Reino de Dios.

4. Todavía debes ser puesto a prueba en la Tierra y ejercitado en muchas cosas. De vez en cuando se te otorgará el consuelo pero no se te dará la total satisfacción. Anímate, pues, y esfuérzate tanto en hacer como en sufrir lo que contradice a tu naturaleza. Conviene que te vistas del hombre nuevo y te conviertas en otra persona. Te conviene hacer frecuentemente lo que no quieres y lo que quieres, conviene abandonar. Lo que a otros gusta, progresará; lo que a ti te gusta, no se realizará. Lo que otros dicen, se escuchará; lo que tú dices no valdrá nada. Otros pedirán y recibirán; tú pedirás y no conseguirás. Se hablará maravillas de los demás de ti, en cambio, se callará. A otros se les encargará una u otra cosa, pero tú serás considerado como inútil. Por todo esto, a veces la naturaleza se deprime y será gran cosa si lo soportas en silencio.

5. En estas situaciones y otras similares se pone a prueba al servidor de Dios para verificar de qué manera sabe negarse y renunciar a todo. Apenas existe algo en lo que tanto necesites morir como ver y soportar lo que contradice a tu voluntad principalmente cuando se te manda lo que parece ser inconveniente o menos útil. Y porque tú, siendo inferior, no te atreves a oponerte a la voluntad de tu superior, por eso te parece duro andar pendiente de otro y desechar tu propio parecer.

6. Pero piensa, hijo, en el resultado de tus esfuerzos, su fin inminente y premio grandísimo y no tendrás más pesadumbre sino mucho consuelo por tu paciencia. Porque por un poco de voluntad propia que ahora dejas con gusto, poseerás siempre tu voluntad en el Cielo. Allí, pues, encontrarás todo lo que quieras, todo lo que pudieras desear. Allí tendrás en tu poder todo el bien, sin temor de perderlo. Allí tu voluntad, unida conmigo para siempre, nada deseará que sea extraño o propio. Allí nadie te contrariará, nadie se quejará de ti, nadie te molestará, nada te estorbará sino que gozarás a la vez de todas las cosas que desees y todas tus necesidades quedarán satisfechas. Allí te otorgaré honores por los atropellos sufridos, indumentaria excelente por la aflicción, y por el último lugar, asiento de rey para siempre. Allí se verá el fruto de la obediencia, aparecerá muy alegre el esfuerzo del arrepentimiento y se coronará brillantemente la humilde sumisión.

7. Por eso, pues, inclínate humildemente ante toda autoridad legítima y no te preocupes de quien lo dijo o lo mandó; y sea viejo, o joven, o igual el que algo te exige o te insinúa procura con el mayor cuidado recibirlo todo bien y esforzarte por cumplirlo con sincera voluntad. Cada uno que busque lo que quiera, que se ufane de esto o de lo otro y se engría millones de veces; tú, en cambio, ni en una cosa ni en la otra sino alégrate en el reconocimiento de tus limitaciones y en mi exclusiva voluntad y honor. Debes desear que tanto en la vida como en la muerte Dios sea siempre glorificado en ti.


Capítulo L
LA PERSONA DESCONSOLADA
 DEBE PONERSE EN LAS MANOS DE DIOS.


Discípulo:
1. Señor Dios, Padre Santo, bendito seas ahora y siempre, porque como quieres se hace y todo lo que haces es bueno. Se alegra en Ti tu servidor no en sí mismo ni en algún otro porque sólo Tú eres alegría verdadera, Tú eres mi esperanza y mi premio Tú Señor eres mi gozo y mi honor. ¿Qué tiene tu servidor que no lo haya recibido de Ti incluso sin mérito suyo?. Tuyo es todo lo que das y lo que haces soy pobre y lleno de fatigas desde mi juventud (Sal 88,16) me entristezco algunas veces hasta llorar, y otras veces me altero por las pasiones que me acosan.

2. Deseo disfrutar de paz, imploro la paz de tus hijos que son pacificados por Ti con la luz del consuelo. Si me das paz, si derramas en mí el santo gozo está tu servidor lleno de armonía y dispuesto para alabarte. Pero si te retiras, como sucede con frecuencia, no podré reconocer el camino de tus mandamientos. Sino más bien caeré de rodillas golpeándome el pecho porque no me va como anteriormente cuando brillaba tu resplandor sobre mi cabeza y bajo la sombra de tus alas me protegías de las tentaciones impetuosas.

3. Padre justo y siempre alabado llega el momento de la prueba para tu servidor. Padre querido es necesario que en esta hora padezca algo tu servidor por Ti. Padre perpetuamente venerado llega la hora que habías previsto desde la eternidad en la que tu servidor estará abatido por fuera corto tiempo para que viva siempre interiormente contigo; ofendido un poco, humillado y menospreciado por los demás, consumido por pasiones y enfermedades para que vuelva a resurgir contigo en la luz de un nuevo amanecer y sea glorificado en el cielo. Padre Santo, así lo mandaste Tú, así lo quisiste y todo se ha realizado tal como lo decidiste.

4. Este es el favor para tu amigo: padecer y angustiarse en el mundo por tu amor, por cualquiera y cuantas veces lo permitas. Sin tu parecer y providencia, y sin causa, nada sucede en la Tierra. Es bueno para mí, Señor, que me hayas humillado para que acepte tus mandamientos (Sal 119,17) y destierre de mi corazón toda sobrevaloración y presunción. Es útil para mí, que la vergüenza cubra mi rostro para que requiera tu consuelo, y no el de los hombres. Aprendí también de esto, a temer tu inescrutable juicio con el que afliges tanto al santo como al impío pero siempre con equidad y justicia.

5. Te doy gracias porque no me evitaste los males sino que me golpeaste con amargos latigazos, me infligiste dolores y me enviaste angustias interiores y exteriores. No hay quien me consuele entre todos los que están bajo el cielo sino Tú, Señor y Dios mío, celestial médico de las almas que hieres y sanas dejas morir y resucitas, Tu rigor me protege y tu mismo látigo me enseña.

6. Mira, Padre querido que estoy en tus manos y me inclino ante tu corrección golpea mi espalda y mi cuello para que se someta a tu voluntad mi tortuosidad. Conviérteme en piadoso y humilde discípulo como acostumbras hacerlo para que camine siempre pendiente de tu voluntad. Me encomiendo a tu corrección junto con todas mis cosas. Porque mejor es que me corrijas ahora que después. Tú conoces todas y cada una de las cosas y nada en la conciencia humana está oculto para Ti. Antes que suceda, sabes lo que va a pasar y no hay necesidad que alguno te enseñe o avise de lo que se hace en la Tierra. Tú sabes lo que conviene para mi provecho y qué útil resulta el sufrimiento para limpiar la herrumbre de los vicios. Haz conmigo tu deseo y tu gusto y no deseches mi vida defectuosa para nadie mejor ni más claramente conocida que para Ti.

7. Concédeme, Señor, saber lo que debe saberse, amar lo que debe amarse, alabar lo que es agradable para Ti y estimar lo que te parece valioso y aborrecer lo que ofende tu mirada. No permitas que juzgue conforme con las apariencias ni que sentencie según escuche de los hombres ignorantes sino dame tu gracia para que pueda discernir con verdadero criterio entre lo material y lo espiritual buscando siempre sobre todo el cumplimiento de tu voluntad.

8. Muchas veces se equivocan los seres humanos al juzgar se equivocan los amantes del mundo que sólo aman lo que ven. ¿Acaso es mejor la persona que los demás consideran más grande?. El mentiroso engaña al mentiroso, el frívolo al frívolo, el ciego al ciego; y realmente más lo confunde cuando lo alaba sin motivo. Porque cuanto es cada uno de tus ojos eso es, y nada más, dice el humilde San Francisco.

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