jueves, 10 de septiembre de 2020

Santos del día 10 de septiembre

Santos del día 10 de septiembre
Quarto Idus septembris
   San Nemesio, mártir (2 coms.)   
En Alejandría de Egipto, san Nemesio, mártir, que, acusado falsamente de ladrón, fue llevado a juicio y absuelto por el juez, pero después, en la persecución desencadenada bajo el emperador Decio, fue acusado de nuevo ante el juez Emiliano de profesar la religión cristiana, motivo por el cual le atormentaron con reiterados suplicios y, después, fue quemado junto a unos ladrones, a semejanza del Salvador, que sufrió la cruz entre ellos.
Conmemoración de los santos Nemesiano y compañeros Félix, Lucio, otro Félix, Liteo, Poliano, Víctor, Jaderes y Dativo, todos los cuales, como obispos, presbíteros y diáconos, en la violenta persecución que se levantó en Africa siendo emperadores Valeriano y Galieno, fueron apaleados por confesar a Cristo y después, atados con grilletes, llevados a cavar en minas de metal, donde, entretanto, recibían cartas exhortativas de san Cipriano para que se mantuvieran firmes en los preceptos del Señor y soportaran las cadenas del suplicio.
En Constantinopla, santa Pulqueria, defensora y promotora de la fe ortodoxa.
En Novara, región de la Liguria, san Agabio, obispo.
En Albi, de Aquitania, san Salvio, obispo, que, procedente de la vida claustral, fue promovido a la sede a su pesar y, al declararse una fuerte epidemia, como buen pastor no quiso ausentarse de su ciudad.
Cerca de Spira, en la Renania, en Germania, pasión de san Teodardo, obispo de Tongres y mártir, que fue asesinado yendo a visitar al rey Childerico.
En Avranches, de Neustria, san Autberto, obispo, promotor del culto a san Miguel Arcángel en el monte Tumba.
En el monasterio de Locedio, en Vercelli, del Piamonte, beato Oglerio, abad de la Orden Cisterciense.
En Tolentino, del Piceno, san Nicolás, presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, el cual, fraile de rigurosa penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se autoimponía muchas veces la penitencia de otros.
En Nagasaki, en Japón, beatos Sebastián Kimura, de la Orden de la Compañía de Jesús, Francisco Morales, de la Orden de Predicadores, presbíteros ambos, y cincuenta compañeros, mártires, entre sacerdotes, religiosos, matrimonios, jóvenes, catequistas, viudas y niños, todos los cuales murieron por Cristo, martirizados con crueles tormentos en una colina ante ingente multitud. Estos son sus nombres: beatos Ángel Orsucci, Alfonso de Mena, José de San Jacinto Salvanés, Jacinto Orfanell, presbíteros dominicos, y Domingo del Rosario y Alejo, religiosos de la misma Orden; Ricardo de Santa Ana y Pedro de Avila, presbíteros de la Orden de Hermanos Menores, y Vicente de San José, religioso de la misma Orden; Carlos Espínola, presbítero jesuita, y Gonzalo Fusai, Antonio Kiuni, Tomás del Rosario, Tomás Akahoshi, Pedro Sampo, Miguel Shumpo, Luis Kawara, Juan Chugoku, religiosos también jesuitas; León de Satsuma, Lucía de Freitas; Antonio Sanga, catequista, y Magdalena, cónyuges; Antonio Coreano, catequista, y María, cónyuges, con sus hijos Juan y Pedro; Pablo Nagaishi y Tecla, cónyuges, con su hijo Pedro; Pablo Tanaka y María, cónyuges; Domingo Yamada y Clara, cónyuges; Isabel Fernández, viuda del beato Domingo Jorge, con su hijo Ignacio; María, viuda del beato Andrés Tokuan; Inés, viuda del beato Cosme Takeya; María, viuda del beato Juan Shoun; Dominica Ogata, María Tanaura, Apolonia y Catalina, viudas; Domingo Nakano, hijo del beato Matías Nakano; Bartolomé Kawano Shichiemon; Damián Yamichi Tanda y su hijo Miguel; Tomás Shichiro, Rufo Ishimoto; Clemente (Bosio) Vom y su hijo Antonio.
En Londres, en Inglaterra, san Ambrosio Eduardo Barlow, presbítero de la Orden de San Benito y mártir, que durante veinticuatro años confirmó en la fe y piedad a los católicos de la región de Lancaster, pero apresado, bajo el reinado de Carlos I, el día de Pascua mientras predicaba, fue condenado a muerte y, después de un tiempo de cárcel, subió al patíbulo en Tyburn.
En aguas marítimas, frente a Rochefort, en la costa de Francia, beato Jacobo Gagnot, presbítero de la Orden Carmelita y mártir, que, durante la Revolución Francesa, por razón de su sacerdocio fue inhumanamente embarcado en una mísera nave, donde, ayudando a los enfermos concautivos, desfalleció consumido y contagiado de enfermedades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario