FELICIDAD ESPIRITUAL.
Capítulo LVII
NO HAY QUE DESANIMARSE MUCHO SI SE CAE EN ALGUNAS FALTAS.
Jesucristo:
1. Hijo, más me complace paciencia y humildad en la adversidad que mucho entusiasmo y devoción en la prosperidad. ¿Por qué te apena una pequeña cosa dicha contra ti?. Aunque fuera mayor, no debería conmoverte. Pero ahora, déjala pasar. No es la primera, ni nueva, ni será la última mientras vivas. Eres muy valiente cuando nada adverso te ocurre. Aconsejas bien, y sabes alentar a otro con tus palabras pero cuando llega a tu puerta una repentina dificultad te falta criterio y esfuerzo. Mira tu gran fragilidad que experimentas en cada paso en pequeñas circunstancias. Sin embargo, redunda en tu provecho cuando suceden estas u otras cosas semejantes.
2. Apártala de tu corazón como mejor sepas y, si llegó a tocarte, no permitas que te afecte ni implique por mucho tiempo. Al menos sopórtala pacientemente si no puedes alegremente. Y si oyes algo contra tu gusto y sientes indignación, contrólate, y no permitas que salgan de tus labios palabras inconvenientes que escandalicen a los inocentes. Pronto se serenará tu excitada alteración y la amargura interna se endulzará con el retorno de la gracia. Por mi vida, dice el Señor, estoy listo a ayudarte y para consolarte más de lo acostumbrado si confías en Mí y me invocas con devoción.
3. Anímate, pues, y prepárate para soportar mayores cosas. No está todo perdido, si con frecuencia te sientes angustiado o tentado seriamente. Eres ser humano, y no Dios. Tienes naturaleza humana, no de ángel. ¿Cómo puedes permanecer siempre en un mismo estado de virtud cuando le faltó al ángel en el Cielo y Adán en el paraíso?. Yo soy quien levanto saludables a los enfermos y atraigo hacia mi Divinidad a los que reconocen sus debilidades.
Discípulo:
4. Señor, benditas sean tus palabras más dulces que la miel y el panal en mi boca (Sal 18,11). ¿Qué haría en mis múltiples dificultades y angustias si Tú no me reconfortaras con tus santas palabras?. Con tal que llegue por fin al puerto de salvación ¿Qué importancia tiene lo que haya padecido?. Dame un buen fin, dame una feliz salida de este mundo. Acuérdate de mí, Dios mío, y dirígime por el camino recto a tu Reino. Así sea.
Capítulo LVIII
LO QUE ES SUPERIOR A NUESTRA CAPACIDAD NO DEBE ESCUDRIÑARSE.
Jesucristo:
1. Hijo, no te atrevas a discutir de los asuntos superiores y de los ocultos juicios de Dios porqué uno es desamparado y otro recibe tantas gracias, porqué este es oprimido y el otro tan prestigiado. Estas cosas exceden las facultades humanas y no sirve ningún razonamiento o discusión para investigar el juicio de Dios. Cuando te sugiera esto el enemigo o algunas personas curiosas te preguntan responde con el Profeta: Eres justo, Señor y es justo tu juicio (Sal 119,137) y di: Tus juicios son verdaderos, Señor y justificados en sí mismos, deben ser respetados, no discutidos porque son incomprensibles para el intelecto humano.
2. No te pongas a inquirir o discutir sobre los méritos de los santos, quién es el más santo o quién es superior en el Reino de los Cielos. Estas cosas generan con frecuencia pugnas y contiendas inútiles porque alimentan la sobrevaloración y la vanagloria de donde nacen envidias y disensiones cuando uno quiere preferir a un santo y otro a otro santo. Esforzarse por querer saber estas cosas no produce ningún bien sino más bien desagrada a los santos porque no soy Dios de disensiones sino de paz que consiste más en la verdadera humildad que en la propia preponderancia.
3. Algunos, con el ímpetu del afecto, son atraídos por unos santos y no por otros, pero esto es criterio humano y no divino. Yo soy quien ha hecho a todos los santos. Yo concedí la gracia; Yo otorgué la gloria. Yo supe los méritos de cada uno y los previne con las bendiciones de mi bondad; Yo conocí a mis amados antes de todos los siglos Yo les elegí a ellos del mundo (Jn 15,16), no me eligieron ellos a Mí. Yo los llamé por gracia, los atraje por misericordia. Yo los conduje a ellos a través de diversas tentaciones, Yo los llené de magníficas consolaciones, Yo les di perseverancia, Yo premiaré su paciencia.
4. Yo conozco al primero y al último, Yo abrazo a todos con inestimable amor. Yo debo ser alabado en todos mis santos, Yo debo ser bendecido sobre todo y honrado en cada uno, porque así los engrandecí y predestiné gloriosamente sin haber precedido algún mérito suyo. Por eso, quien desprecia a alguno de mis pequeños, no honra a los grandes porque yo hice al pequeño y al grande. Y quien anula a algún santo, me anula a Mí y a todos los demás en el Reino de los Cielos. Todos son uno por el vínculo de la caridad, piensan lo mismo, quieren lo mismo y todos se aman entre sí.
5. Y todavía más, porque hay mucho más: me aman a Mí más que a sí mismos y a sus méritos. Porque, más allá de sí mismo y libres de su propio amor se pasan del todo al mío en el que descansan con gran gusto. Nada hay que los pueda apartar o deprimir porque llenos de verdad eterna arden en el fuego de una inextinguible caridad. No hablen, pues, las personas sin espíritu y embrutecidas ni discutan del estado de los santos porque lo único que saben es amarse a sí mismas. Quitan y ponen según sus inclinaciones, no como agrada a la eterna Verdad.
6. En muchos existe ignorancia; principalmente en quienes, poco iluminados, con dificultad saben amar a alguno con perfecto amor espiritual; mucho los guía todavía el afecto natural y la amistad humana hacia uno u otro y como se comportan en las cosas presentes, imaginan las eternas. Pero hay una grandísima diferencia entre los que piensan los imperfectos y lo que saben los iluminados por revelación superior.
7. Cuídate pues, hijo, de referirte a estas curiosidades que exceden tu capacidad; más bien esfuérzate y aunque sea, trata de encontrarte como el menor en el Reino de los Cielos. Y así alguien supiera quien es el más santo o el más importante en el Reino de los Cielos ¿de qué le serviría saberlo si no se humilla ante Mí por este conocimiento y no se levanta a alabar con más entusiasmo mi Nombre?.
8. Es mucho más agradable para Dios quien piensa en la enormidad de sus maldades y la pequeñez de sus virtudes, y a qué distancia se encuentra de la perfección de los santos que quien discute cuál es el mayor o menor santo. Es mejor rogar a los santos con devotas oraciones y lágrimas e implorar humildemente su gloriosa protección que escudriñar sus secretos con inútil investigación. Ellos están completamente satisfechos si las personas saben contentarse y controlar sus habladurías. No se engríen de sus propios méritos porque no se asignan alguna bondad sino todo a Mí porque Yo les di cuanto tienen con infinita caridad. Tan llenos están de tanto amor de Dios y gozo superabundante, que no les falta nada de gloria ni pueden desear mayor felicidad. Todos los santos, cuanto más altos están en la gloria, más humildes son en sí mismos y viven más cercanos a Mí, y más queridos. Por eso está escrito que depusieron sus coronas ante Dios y cayeron de bruces ante el Cordero y adoraron al Viviente por los siglos de los siglos (Ap 4,10).
9. Muchos preguntan cuál es el mayor en el Reino de los Cielos e ignoran si serán dignos de ser contados entre los menores. Gran cosa es ser en el Cielo siquiera el menor, donde todos son tan grandes, porque a todos se les llamará hijos de Dios y lo serán. El menor será grande entre mil (Is 60,22) y el pecador de cien años morirá (Is 65,20). Cuando los discípulos preguntaron: "¿quien es el mayor en el Reino de los Cielos?", oyeron esta respuesta: "Si no se hacen y se convierten como niños no entrarán en el Reino de los Cielos". Cualquiera que se humille como este niño será el mayor en el Reino de los Cielos (Mt 18,3-4).
10. ¡Desgraciados los ricos que tienen aquí sus satisfacciones, porque cuando entren los pobres en el Reino de los Cielos ellos se quedarán afuera dando alaridos!. ¡Alégrense, sufridos y gócense, pobres, porque es de ustedes el Reino de Dios si caminan en la verdad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario